GODZILLA X KONG: THE NEW EMPIRE: Un DESPROPÓSITO de proporciones TITÁNICAS / Reseña CON SPOILERS

 Pocos universos compartidos han logrado prosperar más allá del propuesto por Marvel Studios a partir de 2008. Warner lo intentó con el Universo Expandido de DC, un amago de replicar el éxito de la compañía superheroica rival que, pese a algunos atisbos de grandeza, terminó estrellándose. Tampoco le fue mucho mejor al Dark Universe de Universal, que pretendía unificar a todos los monstruos clásicos en una misma saga, pero no fue más allá de dos películas estrepitosamente fallidas.

Quizá sea el Monsterverso la única excepción a la regla. Y es que la gran saga de Legendary, iniciada en 2014 con la Godzilla de Gareth Edwards, no ha dejado de crecer tras la inclusión de Kong y otros monstruos icónicos. Diez años de aventuras abalan el éxito de estas historias, aunque mucho ha llovido desde aquella primera película, que bien podría parecer algo completamente ajeno a lo que tenemos ahora si no fuera por algún que otro elemento.

Godzilla X Kong: The New Empire es la última película del Monsterverso, una que rompe con todo lo anterior e, influenciada por las películas japonesas de la era Showa, limita sus componentes al mínimo en casi dos horas de desenfreno, luces de neón y situaciones imposiblemente ridículas. Desde luego no puede decirse que este universo no sepa reinventarse, aunque la manera en que lo hace resulta cuando menos divisiva. 


Godzilla X Kong bien podría ser Kong ft. Godzilla

Es difícil abarcar Godzilla X Kong en su totalidad, como un conjunto. Y es que parece como si se hubieran amalgamado varias películas pequeñas, creando un todo que confluye en un final algo apresurado. No deja de ser una película de aventuras convencional, solo que cambiando a la especie humana por criaturas gigantes de un CGI indiscutiblemente impecable. Pero el caso es que, incorporándose no solo elementos de esta clase de fantasía sino también del cine de serie B ochentero y del género de la buddy movie, el resultado parece ajeno no solo al kaiju eiga sino a todo lo que el Monsterverso había propuesto previamente.

Y es que esta película pretende romper con todo, alejándose ya no solo de las pretensiones solemnes de las tres primeras películas sino también de Godzilla Vs. Kong, película que, pese a contar con el mismo equipo creativo, está a años luz de lo visto en esta nueva entrega. No hay más que ver cómo está rodada la acción: la de aquel primer duelo entre los dos Titanes era grandiosa, quizá la mejor que se había visto en toda la saga; la de esta nueva película resulta confusa, excesivamente saturada de colores neón y luces chillonas, experimentando hasta el abuso con elementos que llevan al ridículo algo que no solía serlo.

Algo similar puede decirse de la banda sonora, que ha ido decayendo con el paso de las películas. Godzilla: King of the Monsters incorporó los temas clásicos de Akira Ifukube, resultando en un homenaje absoluto a los orígenes nipones del kaiju. Poco queda de esa solemnidad orquestal, sustituida por los acordes genéricos de Junkie XL y una nueva incorporación con ritmos de sintetizadores que, si bien podría funcionar en una película de acción barata de Schwarzenneger, aquí queda completamente fuera de lugar. Lo mismo puede decirse de la selección musical, una retahíla de clásicos ochenteros que cabrían esperarse de una película moderna de Jumanji. 

Respecto al título, resulta algo engañoso tras terminar la película. Y es que eso de Godzilla X Kong bien podría ser solo Kong con un poquito de Godzilla. El simio es el protagonista absoluto de la película, quien acapara la mayor parte de escenas de acción y aventura y en torno a quien gira la trama principal; el Rey de los Monstruos solo es un complemento, una fuerza de la naturaleza que aparece únicamente para destruir cosas y que carece plenamente de toda esa personalidad que le ha sido conferida a su co-protagonista. Es como leer un cómic de World´s Finest en el que el guionista ha asumido que Superman es demasiado poderoso como para resultar interesante, por lo que decide colocar a Batman en el foco y convertir al Hombre de Acero en algo secundario, únicamente por menos esmero.


El Kong de esta película parece el protagonista de una película policiaca ligera de los ochenta, y no lo digo en el buen sentido

El protagonismo de Kong quizá resulte de agradecer para el público occidental, a menudo más afín al simio debido a sus características humanas. Y es que, pese al homenaje a las películas de la era Showa de los años cincuenta y sesenta, todo se reduce a un incuestionable espíritu americano donde se apela únicamente al espectáculo sin reparar en cuestiones secundarias. Porque sí, es frenética y está repleta de acción, pero el hecho de zafarse de cualquier trama sólida ablanda considerablemente la manera en que la película cala en el espectador. No hay nada realmente memorable, simplemente secuencias que pasan porque tienen que pasar y que resultan en que todo siga igual para el final de la película, como si este fuera un capítulo más del fondo de archivo del Monsterverso. Al menos para Godzilla, ese personaje gracias al que precisamente existe esta saga.

Y bien. hablemos de los villanos. Mucho se dijo de Scar King o el Rey Cicatriz, anunciado como el antagonista más temible e inteligente hasta la fecha. No tardaron en surgir comparaciones con el icónico King Ghidorah, posiblemente el mejor rival de cuantos se han visto hasta la fecha. Y, desde luego, esta suerte de orangután no está a la altura. Pese a tener un diseño amenazante, no resulta realmente un peligro ni hace gala de ninguna artimaña que demuestre esa astucia que se prometió. Su única ventaja para estar por encima de los héroes es el control de la bestia llamada Shimo, aunque en ningún momento se explica por qué ni cómo funciona o de dónde sacó esa gema con la que lo domina. Se lo presenta como un tirano arquetípico, un Sauron que roza la caricaturización, esa clase de villano que ríe constantemente y golpea a sus propios subordinados. Y que, claro, los hace trabajar de sol a sol sin que en ningún momento se explique el motivo ni qué pretende. Ya que se lo ha humanizado hasta el exceso, no le habría venido mal un desarrollo que le diera cierta entereza.

Hay que hablar también de Shimo, el monstruo cuadrúpedo al que controla y que se prometió como el Titán ancestral, el más grande y poderoso hasta la fecha. Pero, tal como el propio Godzilla, no deja de ser un complemento y no resulta una verdadera amenaza más allá de su presentación. Dos o tres frases sobre lo temible que resultó en la antigüedad no bastan para que se convierta en un antagonista memorable, más allá de su escala. Está claro que la intención con estos dos era crear unas nuevas némesis sin derechos para Kong y Godzilla, pero, al no tener ninguna relación con los mismos ni mucho menos un planteamiento o desarrollo contundentes, pasan sin pena ni gloria y quedan a la sombra de la grandeza vista en otros antagonistas. Ay, cuánto se te echa de menos, Michael Dougherty.


 Godzilla podría haber resuelto todos los problemas que planteó este mono con un solo disparo de su aliento atómico

Algo que sí que hay que reconocerle a la película es la inclusión de Mothra, la icónica polilla de las películas de la Toho a la que no veíamos desde Godzilla: King of the Monsters, pese a que ya en los créditos del mismo filme se adelantó su regreso. En Godzilla X Kong se la devuelve a sus orígenes místicos, cosa que se tocó muy por encima en la película anterior, y recibe el tratamiento casi divino que merece. Su papel es reducido pero efectivo, sirviendo como una suerte de mediadora entre los dos Titanes, en un ejercicio que recuerda al de Wonder Woman en Batman Vs. Superman: Dawn of Justice. Siempre es de agradecer la presencia de este mítico kaiju, que queda establecido en un nuevo paradigma como guardiana de los monstruos que habitan en la Tierra Hueca y protectora de la tribu iwi. Se hubiera agradecido alguna referencia a las gemelas, quizá a la propia canción del monstruo insectoide, pero no se le pueden pedir peras al olmo.

Respecto a los humanos, poco se puede decir. Y es que, si ya en Godzilla Vs. Kong brillaron poco, aquí tocan fondo en su irrelevancia. El guion asume que a nadie le importan, cosa de la que parecen ser autoconscientes en sus constantes arquetipos y su manera de aligerar todo lo posible cuanto les ocurre. Apenas repiten tres personajes de la anterior película, sin que ninguno resulte memorable o una simple manera de rellenar metraje de forma algo más barata. Ni siquiera se cuenta ya con ninguna gran estrella, siendo quizá Brian Tyree Henry el único que puede acercarse a ostentar este título. De todas formas, su personaje es el más cargante de toda la película, un alivio cómico insoportable y que, al igual que el resto del elenco, plantea conflictos que no llevan a ningún lado ni se desarrollan, resultando en el reparto más plano de todo el Monsterverso. Lo cual ya es decir dentro de una saga donde los protagonistas son los monstruos. 

Artificio no tiene por qué significar inverosimilitud, pero no parece que hubiera nadie al volante para tenerlo en cuenta

Sobre el apartado técnico, no resulta especialmente llamativo. El hecho de situar gran parte de la acción en la Tierra Hueca hace que los monstruos pierdan la escala que los caracteriza, arrancándolos de ese contraste extraño que los vuelve icónicos y colocándolos en un mundo de fantasía vacío que, pese a contar con unos efectos impecables, hiede excesivamente a VFX. Todos estos escenarios imposibles, momentos de gravedad alterada y juegos de luces artificiales, sumados a la caricaturización excesiva, consiguen que uno se olvide de que esos personajes miden cientos de metros. Es como ver una película de Godzilla de los sesenta, de esas que se grababan en un descampado con tres actores embutidos en un traje de cien kilos, con la diferencia de que el hiperrealismo del Monsterverso arruina esa experiencia naif/risible.

Y sí, la película tiene cosas buenas: el tratamiento de Kong es bastante decente, Zuko es un secundario interesante y hay varias secuencias de larga duración donde la monstruosidad se luce como pocas veces se ha visto en la historia del kaiju eiga. Ah, y además aparecen Cádiz y Gibraltar, lo cual siempre llena de orgullo al espectador español. Sin embargo, esto no salva a una película que demuestra escaso respeto por todo lo que se hizo anteriormente y aquellas historias que cimentaron la saga (mismamente la aparición de Scylla, un monstruo adorado por todos y del que se deseaba saber más y que, sin embargo, es asesinado de manera completamente irrelevante por Godzilla a los diez segundos, algo que ni siquiera tiene sentido con lo que planteó la película de Michael Dougherty, donde le juró devoción al Rey de los Monstruos en la escena final). 

Godzilla X Kong: The New Empire quizá contente a quienes no tengan demasiadas pretensiones y busquen únicamente algo con lo que matar el tiempo. Sin embargo, quien espere algo más y lleve tres años esperando algo nuevo se encontrará con una película que ni siquiera puede categorizar como "más de lo mismo", ya que cae en todos los errores de sus antecesoras obviando que también hicieron cosas buenas. Algo similar puede decirse para los fanáticos profundos de Godzilla: quien quiera ver algo con su lagarto radiactivo favorito en primera plana y sirviendo de algo, que se espere a que Japón vuelva a tomar las riendas.

En resumidas cuentas, una película intrascendente y que bien podría no haber sucedido nunca, que demuestra que el rumbo del Monsterverso es incierto y que quizá es hora de replantearse el presente y, sobre todo, el futuro. 
















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