TEENAGE MUTANT NINJA TURTLES: MUTANT MAYHEM: Tortugas para una nueva generación / Reseña CON SPOILERS

 Cuando pensamos en estos icónicos quelónidos radiactivos, lo primero que se nos viene a la cabeza suele ser una serie de televisión. Son muchos los reinicios televisivos que han sufrido, y cada generación (desde los ochenta hasta el presente) atesora el suyo en el corazón de su nostalgia. Solemos concebir a estos personajes como amigables y revoltosos héroes callejeros, criaturas extrañas pero divertidas dentro de un mundo sucio y repleto de adversarios extravagantes. 

Lo cierto es que muchos de estos elementos provienen de la concepción original de la franquicia, aunque hay algo que la distancia de todo lo posterior. Inspirados en el trabajo de Frank Miller y otros autores del momento, Kevin Eastman y Peter Laird presentaron a las Tortugas Ninja como antihéroes underground. Aquellos primeros cómics tenían un trazo tosco e indefinido, y también presentaban tramas agresivas y truculentas donde la violencia era siempre la protagonista. Era incluso difícil distinguir a las tortugas (no solo porque todas lucían el rojo que ahora corresponde únicamente a Raphael), y toda esta inspiración punk rezumaba identidad al sumarse al estilo de los grandes autores del cómic ochentero (Daredevil fue una inspiración vital), pero no es así como el imaginario colectivo recuerda a estos personajes. 


Casi cuarenta años después de aquel acontecimiento, llega una nueva película que sirve como nexo de unión entre dos eras. Teenage Mutant Ninja Turtles: Mutant Mayhem trata de apelar al público joven, pero mantiene vivas sus raíces underground con su tono y diseño artístico. Es una fusión perfecta que quizá no contente a los fanáticos más estrictos, pero el trabajo de síntesis que subyace es soberbio. Sea como sea, comienza una nueva era para las tortugas mutantes. 


Como dirían en el doblaje patrio, “¡de p*ta madre!”

Antes de todo, hay que aclarar que Teenage Mutant Ninja Turtles: Mutant Mayhem es una película dirigida a un público joven. Trata de apelar a lo que en marketing se conoce como young adult, sin desmerecer a los más pequeños ni tampoco a un público más maduro. Pero, como el nombre de la saga ha indicado desde siempre, el foco está puesto en los adolescentes. Y es que una de las grandes virtudes de la obra es haberlo representado como tal, sin caer en estereotipos o anacronismos, con un reflejo bastante adecuado del comportamiento de los chavales contemporáneos. Sus problemas, sus inquietudes, su manera de expresarse, su jerga. 

Muchas veces hemos visto cómo algunos escritores son incapaces de ponerse en la piel de adolescentes del siglo XXI, cayendo en errores que acaban provocando vergüenza ajena. Sin embargo, el trabajo de estudio y documentación de esta película cumple con lo prometido. Ayuda también el hecho de haber contratado a cuatro chicos tan jóvenes para la versión original. Quienes no se avergüencen de recordar sus quince años sabrán lo que es sentirse falto de identidad, hacer bromas que con el tiempo descubres que son ridículas o emocionarte por cosas que resultan ser una minucia. Todo eso queda perfectamente plasmado en la película. 

Y hay que decir que, como adaptación, se toma ciertas libertades. No podemos hablar de un canon concreto en la historia de los personajes como ocurre con otros superhéroes, pero sí que hay eventos que se repiten en todas las interpretaciones. El origen secreto de las tortugas se mantiene en la línea a pesar de ligeros cambios, aunque quizá sea Splinter quien se ve más afectado. No obstante, parece haber mucho que no sabemos del maestro roedor y que seguramente descubramos en la secuela. Tampoco hay rastro de su relación pasada con cierto personaje icónico de la franquicia, aunque de eso hablaremos después. 


¿Sabías que el maestro Splinter se basa en el maestro Stick de Daredevil?

Hablando de Splinter, hay algo especialmente interesante que merece la pena destacar. Quienes la hayan disfrutado en versión original sabrán que quien le da voz es el mismísimo Jackie Chan, legendario actor y artista marcial. Y lo cierto es que esto va más allá de un simple trabajo oral, pues hay un gran homenaje a Chan en la película. No solo porque el maestro aprendió el arte del ninjutsu viendo sus películas e inculcándoselo también a sus hijos: la primera vez que vemos a Splinter levantarse del sillón y combatir, sus técnicas demuestran ser idénticas a las de Chan en la mayoría de sus películas.

Jackie Chan comenzó su carrera como un imitador de Bruce Lee, adecuándose a las técnicas solemnes y rotundas del icono hongkonés. Sin embargo, no tardó en aprender que la única manera que tenía de sobresalir era diseñando su propio estilo. Comenzamos a ver retazos del mismo en El mono borracho en  el ojo del tigre, película del 78 donde se muestra una manera de combatir consistente en disfrazar la precisión de torpeza, imitando los vaivenes de una persona ebria. Chan iría refinando sus técnicas con el paso del años, siendo recordado por sus movimientos divertidos y basados en la adaptación al medio. En sus películas siempre aparenta debilidad, huyendo de legiones de enemigos mientras emplea los elementos de su entorno para contraatacar. Además, sus caídas siempre propician que pueda vencer a los villanos desde una perspectiva distinta valiéndose de su flexibilidad y una fluidez que roza lo caricaturesco. 

Y es exactamente así como combate el maestro Splinter, recreando movimientos icónicos de múltiples películas del artista marcial. Como homenaje a la leyenda, es uno de los más redondos que se recuerdan en los últimos tiempos. 


Sí, soy un frikazo del cine de artes marciales, lo admito

Suele decirse que una historia es tan grande como lo es su villano. Aun así, esto no es una regla escrita a fuego. Muchas historias de origen suelen preferir una apuesta más sencilla, priorizando a sus protagonistas para que en un futuro se pueda poner el foco en más personajes de interés. Mutant Mayhem prescinde de los antagonistas más memorables de la franquicia, utilizando únicamente a Baxter Stockman y más como un motor narrativo que como personaje en sí mismo. 

En cambio, a quien tenemos como principal antagonista es a Superfly, un villano usualmente vinculado al propio doctor Stockman, aquí convertido en una autoridad mutante y delincuente de alto rango. No es un enemigo especialmente icónico, y de hecho repite motivaciones vistas en muchos otros productos dentro del género (dominar el mundo y esa clase de tropos), aunque lo realmente interesante es su pensamiento y cómo contrasta con el de las tortugas y su maestro. De hecho, su relación recuerda bastante a la de Magneto y la Patrulla-X en los primeros cómics de Marvel. Mientras que los estudiantes de Xavier, repudiados por la sociedad humana, creían en la convivencia entre especies, Erik Lehnsherr estaba convencido de la inferioridad del Homo sapiens y consideraba que los mutantes debían dominar la Tierra. El conflicto se resume en eso, funcional pero sin sobresalir, con un potencial que no llega a explotarse del todo. Aun así, Superfly destaca especialmente en lo visual, sobre todo en el tercer acto, ofreciendo escenas que quitan el aliento. 

Como suele ocurrir con los muñecos de los ochenta, no se esforzaron mucho con el nombre

Hablando del apartado artístico, no cabe duda de que se trata del aspecto más destacable de la película. Si bien fue el trabajo de Frank Miller en Daredevil lo que inspiró a las Tortugas Ninja originales, es esta vez la saga de Spider-Verse lo que ha hecho posible que esta película exista. Se cierra el círculo marvelita.

Tras hacerse con el Óscar a Mejor Película de Animación, Spider-Man: Into The Spider-Verse supuso una revolución en la industria del dibujo animado. El trabajo tras la increíble experiencia visual de la obra inspiró a múltiples artistas por todo el mundo, viéndose plasmado en un nuevo estilo imperante ya asentado mediante otras pelis como Los Mitchell Contra las Máquinas o El Gato con Botas: El Último Deseo. Mutant Mayhem se une a esta liga, pero, consciente de que no puede igualar el resultado de la que lo empezó todo, ha sabido idear su propio estilo con ideas únicas y novedosas.

Si Spider-Verse es óleo sobre lienzo, Mutant Mayhem es cartelería de un concierto punk. Si la del arácnido es un cómic de Bill Sienkiewicz, la de los quelónidos es el boceto de un fanzine en blanco y negro. Spider-Man: Into The Spider-Verse combina muchos estilos, pero siempre toma como referencia la belleza y elegancia que se puede encontrar en las viñetas más idealizadas de un cómic: no hay más que ver el diseño de personajes como Gwen Stacy. Sin embargo, la nueva película de las Tortugas Ninja es feísmo puro y duro. Crea un mundo sucio y decadente, lleno de podredumbre y criaturas desagradables, una simetría imperante en todos los diseños. Los personajes humanos son tan desagradables como los propios mutantes, llevando las imperfecciones propias de la anatomía a una hipérbole monstruosa. Todo en esta película resulta inquietante al mismo tiempo que tremendamente mundano, reflejando las miserias de la vida urbana y sus diversos personajes. Esto funciona como un homenaje tremendo a esas primeras historias de Eastman y Laird. Nadie querría vivir en un mundo así, pero, a pesar de la existencia de los mutantes y otras monstruosidades, no dista tanto de la realidad. 

Aun así, las diferencias no radican solo en el diseño. El propio trabajo de animación recuerda a un boceto, convirtiendo el movimiento en líneas que se entrelazan y el desplazamiento de la cámara en un borrón al estilo del óleo difuminado. Los elementos físicos rebosan la pantalla como en un dibujo infantil, integrando de manera soberbia personajes y objetos con un entorno que permanece en constante oscuridad pero igualmente bien iluminado. La fluidez de la animación recuerda al mejor stop-motion, ofreciendo apabullantes escenas de acción que invitan a repetir el visionado con tal de captar todos los detalles. 

Toda esta secuencia es oro puro

De hecho, este feísmo se aplica incluso al personaje de April O’Neil. Suscitó bastante polémica en redes sociales el nuevo diseño de la chica, usualmente representada con abundancia de curvas, un traje de látex ajustado y pelo rojo. La April de esta peli es todo lo contrario: una jovencita achaparrada y con un rostro asimétrico, justo como el de una adolescente en crecimiento. Más allá del mosqueo general, esto se adecúa completamente a lo que trata de contar la película: la aceptación social y cómo los rechazados tienen el poder de unirse para ganarse un hueco. Luego están los que simplemente protestan por su tono de piel y cabello, ignorando que, si bien no la April original no tenía una tez tan oscura, sí que lucía una piel morena y un cabello rizado y profundo. Al fin y al cabo, estaba basada en la pareja de Kevin Eastman, April Fisher. O sea, poco que ver con la pelirroja exuberante que la mayoría tiene en la cabeza.


La verdad es que tenía un aire a Cher, más que otra cosa

La película está plagada de referencias a la cultura popular, desde el mundo de los superhéroes más populares hasta el anime. Este último estilo cuenta con múltiples homenajes, algo que nuevamente trata de apelar al público más joven, cada vez más aficionado a la animación japonesa. Tampoco se olvida de la historia de la propia franquicia, con secuencias imaginarias que recuerdan al dibujo de los cómics originales o al de la primera línea de figuras, del mismo modo que los créditos plasman el estilo de las amigables tortugas de la serie de animación original de los ochenta. La música también es un elemento clave en este aspecto, aunque no es el punto fuerte. El rap impera en una playlist algo caótica, sumada a una banda sonora poco memorable. Como opinión personal, creo que tratar de emular ese espíritu punk con algo de guitarreo y baterías fuertes le hubiera venido que ni pintado. 

Desgraciadamente, la película no ha cumplido con las expectativas económicas y no ha llegado siquiera a los doscientos millones. Críticas mixtas y un descontento por parte del fandom no han ayudado a darla a conocer, así como una campaña de marketing insuficiente y un retraso de casi un mes en el estreno de ciertos países, tal como es el caso de España. A pesar de todo, ya se ha anunciado una secuela e incluso una serie de televisión que servirá como puente entre las dos películas. Con esto, es menester que obtenga la mayor atención posible para que el estudio dé apoyo a esta franquicia. Además, ¿qué fanático no se emocionó con la aparición de Shredder en la escena poscréditos? Con el dinamismo que han demostrado las escenas de acción de esta película, solo queda imaginar lo que podría suponer un enfrentamiento entre el icónico villano y las tortugas en próximas entregas. 


¿Se viene? Se viene

Hasta que se anuncie una secuela, solo queda soñar. Aunque una pizza tampoco vendría nada mal ahora mismo. Si creciste con estos personajes o simplemente te llaman la atención, ve a ver esta película. No te defraudará. 

Está “de p*ta madre”.

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