Wonder Woman 1984, ¿grandiosa sencillez o vacío entretenimiento? / Reseña SIN SPOILERS

 Ha pasado tiempo, tanto que ya ni siquiera recordaba lo que era pisar una sala de cine. Desde luego no ha sido la mejor experiencia (digamos simplemente que la gente no tiene educación), pero poder gozar de una obra de DC en la gran pantalla era algo que hacía falta antes de que este fatídico año llegara a su fin. 

Porque sí, he disfrutado con la película, y eso es algo cuando menos positivo. Si algo tiene el género de superhéroes es que, independientemente de su calidad, rara vez aburre.

Pero bueno, vamos con lo que importa: Wonder Woman 1984, la nueva entrega de la Amazona dirigida por la maravillosa Patty Jenkins, una cineasta con un talento aún por explotar cómo es debido. Su amor por el Universo DC no es ningún secreto, y en esta película lo demuestra. La inspiración en la DC cinematográfica más clásica está presente en todo momento, en especial por parte de mi amada Superman: The Movie y sus decrecientes secuelas. Desde luego ese es un rasgo que se agradece, pero no perdura. 

Digamos que lo que en un principio resulta naif y nostálgico se convierte paulatinamente en algo quizá demasiado ñoño, que pierde esa inocente bondad que caracterizó al Superman de Christopher Reeve y se convierte en algo insustancial, infantil incluso. Es cierto que recuerda en todo momento a esos cómics más clásicos de la editorial, no se avergüenza de sus orígenes y se agradece que la tenebrosidad vacía y frívola con la que contaron las últimas películas desaparezca, pero la adaptación sigue siendo mediocre. No se puede simplemente pretender hacer las cosas como antes para contentar a quienes más añoran aquella forma de hacer películas: los tiempos han cambiado y así también la percepción. 

Repito: no es un recurso del todo negativo, pero se convierte en ello cuando se abusa de él.

        

                                Esta escena al estilo de aquellos vuelos de Sups con Lois (y con el mítico avión        invisible, nada menos) lo condensa bastante bien.                  


Pero bueno, esto último no deja de ser una opinión y cada uno tendrá su propia percepción, pero hay un apartado en lo que todos debemos estar de acuerdo: los personajes. Todos tienen sus más y sus menos, así que procedo a comentar los más relevantes.

Nuestra protagonista es Wonder Woman, Diana Prince (que ya podrían haber doblado el nombre como Diana y no Dayana, eh), no podía ser otra. Desde luego, para dos horas y media que dura la película, la Amazona podría haber tenido muchos más minutos en pantalla. El personaje tiene carisma en sus dos caras y Gal Gadot hace un trabajo en la línea de la primera entrega, pero se siente repleto de incógnitas tras unos sesenta años de historia sin tratar en ningún momento de la película. Sabemos que trabaja como arqueóloga para el Smithsonian, que vive sola y que actúa como heroína del pueblo de forma ocasional, pero cantidad de dudas quedan en el aire. Sin embargo, es gracias a su carisma y su bondad que, al fin y al cabo, destaca. Es la protagonista, qué menos puede pedírsele.


Nuestra Diana con su espléndida (y apenas utilizada) armadura de oro.


Luego tenemos a su amor, Steve Trevor, interpretado por Chris Pine, que, a pesar de la opinión de la mayoría, a mí me funciona como alivio cómico. Ver a un hombre de principios de siglo interactuar con la cultura ochentera es divertido, pero no se le saca tanto jugo como cabría esperar. Ahí reside el mayor problema del personaje, cuya función consiste en ser el apoyo emocional de Diana. Mucho se teorizó sobre su retorno, pero la justificación de este no da lugar a mucha controversia: es algo incluso surrealista, pero estamos habituados a ver cosas así una y otra vez en los tebeos.

Igualmente, Steve cumple su función de servir de impulso emocional para Diana. Su romance, aunque un tanto meloso, es aceptable.

Y entramos con los personajes que se roban la pantalla cada vez que aparecen: los villanos. Tanto Kristen Wiig en el papel de Cheetah como nuestro mandaloriano Pedro Pascal en el papel de Maxwell Lord hacen un trabajo magnífico e incluso cuentan con un mayor desarrollo que la heroína, pero es a medida que la película llega a su clímax que se va desinflando. Ambos cuentan con un origen radicalmente distinto al de sus contrapartes de las viñetas, en especial Max, cuyos medios poco o nada tienen que ver con el de los cómics pero es su ambición megalómana lo que consigue que conserve su esencia. Por otro lado, Barbara Minerva alias Chita recuerda a la Catwoman de Pfeiffer en Batman Vuelve en muchos sentidos, aunque con un metraje excesivo para el papel que finalmente desempeña. Sus ambiciones son menos claras que las de Max Lord, y las incongruencias en torno a su figura se pueden contar por varias. Sin embargo, no está mal dentro de lo que cabe. Viendo al Ares de la cinta pasada (con su espantoso bigote), desde luego ha mejorado la cosa.


En serio, no hacía falta tanto estampado de leopardo. Ni que no supiéramos en quién iba a convertirse.


Si hablamos de argumento nos encontramos ante una película un tanto superficial, aunque ahí radica parte de su encanto. No se complica como toda buena adaptación orgullosa del material de origen, aunque peca de larga para lo que se ofrece. Lo que se cuenta podría haberse hecho en unas simples dos horas, quizá incluso menos. Más duelos, más trasfondo personal y menos conversaciones que no llevan a nada y podría haber quedado una cinta a la altura de las mejores de este Universo Extendido DC. Aunque tampoco es que el listón estuviera muy alto...

Es posible que la película contente por completo a un porcentaje del fandom, aunque a otro lo dejará indiferente. Aunque, dada la duración de la película y el cansino segundo acto, es posible que aburra tanto al espectador casual como a los niños, que al fin y al cabo son parte esencial del público de esta obra. Las escenas hechas al estilo Richard Donner puede que dejen ojipláticos a los pequeños, pero no creo que sean suficientes para evitar que acaben dormitando.

Pero, sin duda, el aspecto peor tratado de la película es la continuidad. Cuando uno va a ver una película de Marvel lo hace sabiendo que verá homenajes del pasado y guiños a futuros, así como interesantes cameos. Uno siempre sale deseando que pasen los meses para poder ver la siguiente película, pero eso no ocurre con Wonder Woman 1984: es una obra autoconclusiva, que no lleva a ningún lugar y que desde luego no deja con ganas de ver una tercera parte. No recuerdo un solo homenaje a cierto Hombre del Mañana, tampoco al famoso Cruzado de la Capa, ni a ningún personaje o elemento reconocible del Universo DC. La interconexión siempre presente en los cómics es algo que, como en la mayoría de películas de este improvisado Universo DC, brilla por su esencia.

Respecto a la escena poscréditos, más de lo mismo. Un guiño divertido y que hace señalar a la pantalla al fan, pero que no pasa de eso. Podría haberse sacado mucho mejor provecho de ella, no cabe duda.


Me encantaría ver a un Max Lord más cercano a su contrapartida de los cómics enfrentarse a la JLA, pero así no funcionan las cosas para Warner. 


En resumidas cuentas, Wonder Woman 1984 funciona como un efectivo entretenimiento con personajes interesantes, amor por los tebeos y un mensaje esperanzador que hacía falta en un panorama como el actual. La película tiene corazón, desde luego, pero me da la impresión de que está frío. Una estética atractiva y una banda sonora espectacular por parte de Hans Zimmer son cosas que no faltan, pero que no contrarrestan las carencias que hacen de esta película una más dentro del género.

Hace falta que DC apueste por producciones más ambiciosas, que jueguen con más elementos dentro del vastísimo elenco de personajes y conceptos del que disponen y que sepan mantener el hype de una película a otra. Hasta entonces será difícil que pueda estar a la altura del Universo Cinematográfico de Marvel, aunque el material de origen de la Distinguida Competencia no tenga absolutamente nada que envidiarle. 

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