FIONNA & CAKE: De la INFANCIA al NIHILISMO / Reseña CON SPOILERS

 Gran parte de los nacidos en los dos mil creció con Hora de Aventuras. Como una de las series más emblemáticas de su generación, la animación protagonizada por Finn el Humano y Jake el Perro es ya icónica dentro de la cultura popular. Gran parte de su éxito se debe a la originalidad de sus historias, su singular diseño minimalista y sus tramas inspiradas en Dragones y Mazmorras o cómics como Donjon de Sfar y Trondheim. Enfocada en un público infantil, fue sacando cada vez más a la luz sus influencias para ofrecer un contenido más maduro y, en ocasiones, hasta macabro. Con grandes misterios cósmicos de los que H. P. Lovecraft se hubiera sentido orgulloso, la serie concluyó por todo lo alto tras una década de emisión y cientos de capítulos rocambolescos. El episodio titulado Come along with me supuso el fin de una era, dejando historias inconclusas y abiertas a la imaginación del espectador. Como todo en esta aventura, el destino estaba en manos de quien se atrevía a recorrer su camino.

Han pasado cinco años de aquel final, complementado a través de cómics y la serie spin-off Hora de Aventuras: Tierras Lejanas. Sin embargo, ha tenido que llegar esta secuela, Fionna & Cake, para que se pueda hablar de una digna continuación de la gran aventura de Ooo. Atrás quedó la historia de Finn el Humano del mismo modo que lo hizo la infancia del espectador: todo lo que se muestra en esta serie es tragedia y dejadez, los vestigios de un pasado glorioso y feliz que, a través de una metáfora de la vida adulta, demuestra un nihilismo que ha sorprendido a habituales y extraños en un producto de estas características.

Hora de Aventuras llegó, aunque ya no lo pasaremos tan guay.


Simon Petrikov es el auténtico protagonista de esta serie 

Cuando la conocimos en la serie original, Fionna no era más que el personaje de un fanfic intradiegético. Su caso es especialmente curioso, ya que surgió a raíz de unas ilustraciones realizadas por un miembro del equipo artístico. La obra del mismo causó tal sensación en redes sociales que el estudio se vio obligado a introducir a esta versión femenina del protagonista en la serie, aunque con ambiciones reducidas y meramente anecdóticas. Era un personaje ocasional, una manera de parodiar el género del fanfic a través del Rey Hielo. Aunque claro: ni siquiera se conocía la auténtica historia de este personaje para aquellos momentos, por lo que el público aún no estaba preparado para el trasfondo subyacente.

Fionna Campbell, como la conocemos en esta serie, dista bastante de aquella heroína de leyenda en un mundo con los géneros invertidos. En el final de Hora de Aventuras, Simon abandonó la identidad del Rey Hielo al conceder la corona a su amada Betty durante su último encuentro en las fauces de Golb, perdiendo en el proceso toda su magia y convirtiéndose en un humano común y corriente. Del mismo modo, el mundo en su interior también ha virado hacia lo mundano: Fionna ya no es más que una nini en un mundo que no le corresponde y Cake ha pasado a ser un simple gato corriente. 

La tragedia de estos dos bandos se ve complementada a medida que descubrimos los misterios de la historia, que incluyen a Prismo y nos devuelven al pasado. El caso es que fue esta deidad de los deseos quien confinó el mundo de Fionna dentro de la cabeza del Rey Hielo durante su inconsciencia, conteniendo un universo de bolsillo en su interior. Ver a Simon sufrir la soledad de una utopía fantástica es el contrapunto perfecto de la depresión de Fionna, atrapada en un vórtice de normalidad mientras sueña con vivir aventuras imposibles. Su anhelo es antagónico y complementario, cosa que genera un interesante contraste durante toda la serie. 


Ha llovido mucho desde la primera imagen promocional, tanto como que HBO Max ya ni siquiera se llama así

El caso es que todo en esta serie gira en torno a la decepción de la vida adulta y las consecuencias de madurar. Hora de Aventuras era el sueño infantil, la imaginación de un niño al cobrar forma en un aparentemente idílico mundo fantástico. Aferrándose a una triste realidad, Fionna & Cake lleva este concepto a su opuesto para retratar la decepción de la independencia doméstica y la salida al mundo laboral. La intención queda clara con la canción que Zuzu interpreta en el primer episodio, de la que pueden extraerse líneas como “every time I leave my room I wanna die (cada vez que dejo mi cuarto me quiero morir)”. La distancia de una serie a otra es considerable, pero no se puede ignorar que la audiencia ha crecido y madurado. Todo esto se manifiesta también a través de una mayor violencia y escenas ligeramente explícitas, aunque está lejos de llegar al gore. La madurez se manifiesta principalmente a través de argumentos profundos que confeccionan una serie psicológicamente compleja. 

Puede hablarse largo y tendido de Simon Petrikov, protagonista encubierto de Fionna & Cake. Las heroínas que dan nombre a la serie terminan quedando en segundo plano en más de una ocasión, esto debido a lo interesante que resulta Simon. El antiguo Rey Hielo vive una vida triste y solitaria, convertido en un divulgador de la antigua vida humana a quien nadie presta atención. Su mayor deseo consiste en pasar página, pero todo a su alrededor le recuerda a su antigua identidad o al fanfic que escribió, muy popular dentro de la renacida civilización humana. Ni siquiera sus amigos son ya los mismos, encontrándose con un Finn completamente perdido tras la muerte de Jake y una Marceline que ya no parece necesitarlo. En esta soledad, todo cuanto desea es recuperar al amor de su vida: Betty. 

Pero, como recordarán quienes vieron el final de la serie troncal, esta se sacrificó por el bien de Ooo haciéndose una con Golb, la deidad primigenia del caos. Así pues, gran parte de la serie de basa en la búsqueda de esta nueva Betty monstruosa y la desesperación de Simon por reconciliarse. El trasfondo del personaje es soberbio, repleto de matices y una ambición sumamente dolorosa. Cada flashback es una puñalada directa al corazón, con un mensaje de superación del duelo y aceptación de las consecuencias. Lo cual no quita que el dolor perdure, pero se ha de aprender a vivir con él. Al fin y al cabo, como muestra el octavo capítulo, los recuerdos siempre vivirán. 


 El ocaso de los héroes pone fin a una era

Deudora del formato habitual en las historias de cómic, Fionna & Cake maneja con soltura y precisión conceptos que se plantearon originalmente en la serie troncal. Si bien hay personajes fundamentales que apenas se dejan ver más allá de algún plano remoto, quienes forman parte de este proyecto están siempre al servicio de la historia de Simon Petrikov. Es por eso que el Multiverso funciona como un hilo conductor tan preciso, desligándose de otros usos vistos recientemente en la ficción cinematográfica. Las películas de superhéroes han empleado este concepto cósmico para traer de vuelta a personajes icónicos del pasado, a menudo con una intención que se limita al denominado fanservice. Sin embargo, en Fionna & Cake hay una intención narrativa fresca y diferente. 

Pese a la inmensidad prácticamente inabarcable del Multiverso, no descubrimos más que un puñado de realidades alternativas. De todas formas, son suficientes para lo que la historia pretende contar. Una de ellas nos lleva a conocer a un Simon aparentemente utópico, con pleno dominio de sus habilidades gélidas y poseedor legítimo de la corona. Sin embargo, nada de esto es tan idílico como parece y acaba subyaciendo una siniestra realidad debajo.

De hecho, esto recuerda bastante a lo visto en Doctor Extraño en el Multiverso de la Locura cuando el protagonista viaja al Universo-838, hogar de un difunto Stephen que salvó el mundo como el mayor héroe de la Tierra. No obstante, al avanzar la película descubrimos que lo logró a costa de dejarse dominar por el Darkhold, el grimorio de la Magia del Caos, cayendo así al lado oscuro. Al fin y al cabo, ambas historias vienen a contar lo mismo: con sus imperfecciones, el protagonista ha tomado el único camino correcto. Los extremos son dañinos y la única respuesta se encuentra en la aceptación de uno mismo.


El tono más gamberro de esta secuela ofrece momentos desternillantes

Si bien Simon brilla por su trasfondo psicológico y la tragedia de Betty, hay que decir que tanto Fionna como Cake quedan casi en un segundo plano durante la recta final de la serie. Es posible que el metraje de su trama sea superior, pues acapara toda la batalla contra el Escarabajo, pero es Simon quien se lleva el peso dramático. Aun así, eso no quiere decir que la heroína esté exenta de mensaje: con esa última aventura logra convertirse en la campeona que siempre soñó, abrazando la escasa fantasía que puede encontrarse en un mundo como el suyo. Este momento supone un punto de inflexión, cosa que, sumada a todo lo que ha aprendido durante sus viajes junto a Simon, conceden al personaje todo el desarrollo que venía reclamando. No hay mucho tiempo para desarrollar los acontecimientos venideros, así que, tal como ya ocurrió en el final de Hora de Aventuras, una secuencia de imágenes sucesivas nos muestra el futuro. Y es que Fionna encuentra su propósito en el liderazgo, sirviendo al mismo tiempo como una impulsora de los derechos laborales y sociales. 

Todo este comentario reivindicativo está muy presente en la trama de su universo, principalmente a través de Marshall Lee y Gary, variantes masculinas de Marceline y la Princesa Chicle. La serie resulta bastante combativa en este sentido, desafiando a la clase alta al reflejar sus excesos y frivolidades frente a la miseria de los de abajo. 

A pesar de todo, Fionna & Cake sabe mantener el equilibrio perfecto entre aventura e introspección. Algunos de los capítulos que abarcan la travesía multiversal se centran principalmente en el divertimento, así como la expansión del lore de este universo. Esto nos sirve para ampliar la historia de Shermy y Beth, las supuestas reencarnaciones de Finn y Jake en base a algunas teorías. También para descubrir lo que habría pasado si el Lich hubiera ganado, cosa que recuerda a los What If…? de Marvel y que refleja un trágico destino que ningún fanático de la saga hubiera imaginado nada. Hora de Aventuras llegó a abarcar algunas de sus historias con cierta madurez, pero no se puede comparar al tratamiento visto en esta nueva serie. La profundidad de los personajes y el simbolismo presente en cada plano juegan en otra liga.

¿Qué ocurre cuando el señor del mal triunfa?

Con divertidas pero inteligentes metáforas y una originalidad asombrosa, Fionna & Cake trata temas como el duelo o la depresión con una delicadeza vista en pocas series de su categoría. Es más que un simple derivado de Hora de Aventuras, capaz de ir más allá y romper las barreras de un pasado muerto. Pero no todo son desgracias y nihilismo: el mensaje es de esperanza, incitando al aprendizaje personal. Aunque claro, cada uno a su ritmo: hemos visto a Simon y a Fionna asumir sus tragedias para aprender a vivir, pero ¿qué hay de Finn o de Prismo? No está confirmada la producción de una segunda temporada, por lo que es incierto si llegaremos a conocer el destino de estos personajes. Sea como fuere y tal como la vida real, no todas las heridas sanan al mismo ritmo. Hora de Aventuras: Tierras Lejanas demostró que Finn no superaría la muerte de Jake hasta haberse reencontrado con él en el Inframundo, así que ya se puede imaginar cuánto duró su duelo. 

A pesar de todo, ninguno de estos personajes resulta ser un buen ejemplo a seguir. Esto ya no es esa serie capaz de hacer soñar a los niños con grandes aventuras heroicas: ni siquiera Simon, inconsciente de su egoísmo hasta que ya es demasiado tarde, merece la admiración del espectador. Quizá todos los que hayan perdido y se sientan desorientados dentro de un mundo cruel se sientan identificados, pero esa es precisamente la intención de la serie: demostrarte que, por más errores que hayas cometido, siempre hay cabida para la redención.

Que, por más solo que te sientas, siempre podrás encontrar a alguien que te haga feliz.

Que, por más que creas que tus días de gloria quedaron atrás, nunca es tarde para la hora de aventuras. 

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