SHAZAM: LA FURIA DE LOS DIOSES: Una apuesta entretenida pero sin riesgo / RESEÑA CON SPOILERS

 Han pasado ya cuatro años desde el estreno de Shazam, una de las películas más entrañables del Universo DC. Por su tono desenfadado y el carisma de su protagonista, lo tenía todo para convertirse en un icono entre los niños y la gente joven. Sin embargo, la película tuvo la mala suerte (o quizá fue cosa de unos ejecutivos ingenuos) de estrenarse casi al mismo tiempo que Vengadores: Endgame. No se puede combatir contra los Héroes Más Poderosos de la Tierra, eso por descontado, pero, aun así, el original Capitán Marvel logró ganarse el corazón de muchos de los fanáticos con lo que prometía ser el emocionante comienzo de una nueva saga. No parecía que fuese a recuperar la popularidad que llegó a ostentar durante los años cuarenta, cuando podía incluso medirse cara a cara con Superman, pero lo que estaba claro era que había vuelto con orgullo al panteón de héroes del Universo DC. 

Pero ha pasado mucho tiempo, las cosas han cambiado y en el horizonte soplan vientos de cambio. Todo el Universo Extendido de DC está en jaque y se desconoce si los personajes a los que conocemos desaparecerán o el reinicio será selectivo. Shazam y su elenco de secundarios se encuentran en la lista de incógnitas, pero ¿ha despejado esta secuela las dudas? ¿O acaso se limita al mero divertimento? 


Zachary Levi en su tónica habitual

Shazam: La Furia de los Dioses es, sin duda, una digna continuación de su predecesora. Sigue la estela de la misma con un tono parecido, así como conflictos familiares y románticos que lo que se vio anteriormente. No pierde su espíritu naif y esperanzador, puerilmente cómico pero con espacio para breves momentos de mayor gamberrismo. Aun así, la apuesta aumenta su escala con un conflicto global, grandes batallas y un espectáculo de efectos especiales que sitúan la película a la altura del resto de entregas recientes del DCEU. Hay cabida para el corazón y la diversión entre tanta acción desenfrenada, y no faltan los giros, ya sea en pos del avance de la trama o simplemente con un fin jocoso. 

Igualmente, la película no reinventa la rueda y es difícil encontrar algo por lo que destaque especialmente. Resulta genérica dentro de un género al que medios y público empiezan ya a cuestionar, cosa que puede augurar un mal desempeño en taquilla. A pesar de todo, el personaje de Shazam no es de los que se prestan a grandes revoluciones o experimentos cinematográficos, por lo que la historia se mantiene en la línea de lo que debe ser. Familiar y sin pretensiones, es una película para ver junto a los más pequeños y con la que desconectar un rato. 

Pero, como se suele decir, una película de superhéroes es tan grande como lo es su villano. O, en este caso, villanas. Y lo cierto es que una película como Shazam: La furia de los dioses no se presta demasiado a retratar a un gran antagonista de complejas motivaciones, pues el guion, remitente del heroísmo más clásico, antepone a sus protagonistas a todos los demás. En historias como estas, los villanos tienden a depender de ideales maquiavélicos y discursos de dominación mundial o venganza personal, convirtiéndose tarde o temprano en poco más de un saco de boxeo que permita al personaje principal lucirse. 
Y eso es exactamente lo que ocurre con las Hijas de Atlas. 


La mitología griega se expande en el DCEU

Shazam, alguna vez conocido como Capitán Marvel, debutó con fuerza en 1939 y reinó durante la década de los cuarenta. Sin embargo, su imperio terminó después de una denuncia por sus sospechosas similitudes con Superman. Esfumados sus derechos, el personaje no volvió hasta los años setenta, entonces con el nombre por el que lo conocemos ahora. El personaje se ha mantenido estable hasta la actualidad, a merced de los múltiples reinicios que ha sufrido el Universo DC pero fiel a su renacimiento. 

Durante esas cinco irregulares décadas de vida, el personaje se ha enfrentado a incontables villanos. Están el Doctor Sivana y Mr. Mente, también los Siete Pecados Capitales y la Monstruosa Sociedad del Mal, incluso el polémico Black Adam. Es por eso que sorprende tanto la decisión de introducir a tres personajes originales para la película, ignorando la propia mitología del personaje. No hay presencia alguna de las Hijas de Atlas en la historia de DC Comics, a pesar de que los mitos griegos han estado siempre presentes gracias a la aportación de Wonder Woman. La película se defiende con la presencia de dos históricas intérpretes y leyendas cinematográficas, como son Helen Mirren y Lucy Liu, pero ni siquiera su talento conjunto logra opacar lo olvidables que terminan resultando sus personajes. 

 Son muchos los fanáticos que habrían preferido ver cumplida la promesa de la escena poscréditos de la anterior película, que nos anunciaba un team-up entre el preso Sivana y Mr. Mente. Sin embargo, Shazam: La furia de los dioses ridiculiza ese momento y construye en base a él un gag sobre cómo muchas de estas escenas no suelen llevar a nada. Aun así, no parece que hubiera sido nunca la intención de volver a enfrentar al Capitán Marvel al Doctor, al menos no en el corto plazo. Lo que se buscaba era aumentar la escala y llevar al héroe a un nivel superior, colocándolo a la altura de sus camaradas, y, en ese sentido, las villanas cumplen su cometido. 

Dentro de que ninguna de las tres destaca demasiado (ni siquiera lograría recordar sus nombres de no ser porque soy un friki de la mitología griega), la exploración que se hace de los monstruos helénicos en el tercer acto es interesante, así como la utilización de ciertos recursos y algunos curiosos giros de guion. Mención especial merece Anthea, interpretada por Rachel Zegler, quien recientemente protagonizó la West Side Stoty de Steven Spielberg. La prometedora joven hace un papel entrañable, jugando con la dualidad de ambos bandos, aunque en ocasiones peca de predecible. El guion no la beneficia, pero la actriz sabe desenvolverse y su química con el personaje de Freddy Freeman (quien, por cierto, tiene más metraje del previsto) la hace subir varios escalones. Sus poderes son también una gran aportación visual, recordando bastante a los efectos de la Dimensión Espejo vistos gracias al Doctor Extraño en múltiples entregas del UCM. 


La familia Shazam. O Marvel. Como lo prefieras

Pero, si los villanos son cruciales en esta clase de historias, aún más son los héroes. Shazam: La furia de los dioses incorpora varias novedades respecto a su predecesora, comenzando por la ampliación del grupo. Apenas tuvimos tiempo de conocer a las variantes heroicas del resto de personajes en la primera entrega, pero aquí se los explota con mayor amplitud. Aun así, no llegan a trascender demasiado y permiten que el Shazam de Zachary Levi siga brillando como el protagonista que es. 

Cada uno de los miembros de la familia Shazam tiene su pequeño arco, insignificante en muchos casos debido a la falta de tiempo para desarrollar a tantos personajes, pero aun así preferible a una hipotética simpleza absoluta. Pedro tiene un conflicto de orientación sexual; Darla su interés por los unicornios; y Freddy, con mayor peso que ningún otro miembro humano de la familia, su relación amorosa. Algo más desapercibido pasa Eugene, cuyas intervenciones se limitan a ocasionales respuestas durante las conversaciones, e incluso Mary resulta vacía a pesar de tratarse de la mismísima Mary Marvel, personaje histórico y de larguísimo recorrido dentro de la historia de DC y Fawcett Comics. 

Respecto al caso del Shazam principal, vuelve a destacar por los mismos motivos que en la primera entrega: es un personaje divertido y entrañable, una suerte de Superman más infantil y juguetón. Es de notar su contraste con su contraparte humana, Billy Batson, un adolescente demasiado dolido como para expresarse como alguien de su edad debería hacerlo. Es por eso que es tal la diferencia emocional entre ambos: tal como Peter Parker cuando se enfunda las mallas de Spiderman, gritar “¡Shazam!” y convertirse en un ser todopoderoso permite a Billy sentirse libre y despojado de responsabilidades sentimentales, pudiéndose al fin sentir como un joven aparentemente estúpido que comete constantemente locuras. Aun así, como superhéroe que es, no deja de lado la responsabilidad y se ve algo más decidido que en la primera entrega a la hora de derrotar a sus enemigas, tomándose totalmente en serio el papel de campeón de la Tierra hasta el punto de jugarse la vida. 

Aun así, en el caso del propio Billy Batson, el conflicto tiene un tratamiento algo más superficial. Aunque se va sembrando a lo largo de toda la película, su miedo a convertirse en adulto y tener que abandonar una familia cuya existencia aún le cuesta aceptar no llega a cuajar del todo y se siente algo apresurado, pasando rápidamente de negarse a llamar a su madre adoptiva como tal a abrazarla con un cariño desmesurado. Como se ha comentado anteriormente, es Freddy quien se lleva todo el peso de la contraparte humana de estos personajes. El carisma de este chico brilló especialmente en la anterior película, más incluso que la del propio protagonista, por lo que es lógico que se le haya dado tanta relevancia. 

Aun así, como curiosidad, estos seis no son los únicos Shazam que aparecen en la película. Al menos no de manera histórica, pues, en un momento del tercer acto, un extraño anciano aparece de la nada para llamar al protagonista “Capitán Marvel”, el apodo original del personaje. Este hombre es nadie más y nadie menos que Michael Gray, quien interpretó a Billy Batson en ‘Shazam!’, la serie homónima de los setenta, considerada una de las primeras obras televisivas dentro del género de superhéroes. Un guiño enternecedor, así como un gran homenaje a los predecesores de las historias de las que tanto disfrutamos en la actualidad. 

Eran otros tiempos

Respecto a lo técnico, sin llegar a ser ninguna maravilla visual, la película presenta efectos especiales decentes y grandes batallas repletas de monstruos, paisajes fantásticos y vuelos por todo lo alto. Se ha sugerido que el presupuesto ronda los cien millones de dólares, lo cual es sorprendentemente poco para una producción de este calibre. Aunque no está confirmado (en estos casos nunca suele estarlo), puede concluirse que el empleo del presupuesto es excelente, sobre todo si se compara con otras producciones recientes cuyos costes se duplican. 

Aun así, las criaturas que se ven a lo largo de la película no son únicamente producto de efectos especiales. El director, David Sandberg, mostró recientemente en Twitter parte de las maquetas que se usaron para diseñar a todos los monstruos mitológicos. Con una combinación de CGI y efectos prácticos, los diseños recuerdan a la obra del legendario Ray Harryhausen para películas como Sinbad o Jasón y los Argonautas. Cíclopes, mantícoras, minotauros y arpías, ¿qué más se puede pedir? 

Diseños originales mostrados en la DC Fandome de 2022

Pero es la hora de hablar de las implicaciones a futuro de la película. Y es que quedan bastantes incógnitas respecto a lo que pasará con estos personajes en el futuro, sobre todo sabiendo que se avecina un reinicio del Universo DC. Lo que aún no se sabe es si será absoluto o selectivo (es decir, si comenzará de cero o si algunos personajes retomarán sus roles), y esta película no ayuda a despejar ninguna de esas dudas. 

Por una parte está la aparición de Wonder Woman, quien en un principio no es sino una burla a la aparición descabezada de Superman al final de la primera entrega. Sin embargo, acaba siendo de relevancia en el tercer acto de la película y comparte con Shazam un divertido momento que responde a muchos de sus comentarios a lo largo de toda la historia. Volver a escuchar la frenética canción de la amazona es todo un placer, pero queda la incógnita de si Gal Gadot seguirá luciendo la armadura de combate en el futuro o si será reemplazada por otra actriz. Tras la cancelación de su tercera entrega y la salida de la directora Patty Jenkins, así como el anuncio de una enigmática serie sobre las amazonas de Temiscira, no se sabe qué esperar. Se espera que repita su papel una vez más en la próxima película de The Flash, por lo que queda ver si esa acabará siendo o no su última participación. 

Pero… ¿qué hay de Black Adam? 

De todas formas, toda duda que pueda generar la aparición de Wonder Woman se ve opacada por la primera escena poscréditos de la película. Esta nos muestra la aparición de Emilia Harcourt y John Economos, personajes que conocimos en El Escuadrón Suicida y El Pacificador de la mano de James Gunn, ahora director creativo de DC. No obstante, la escena conecta directamente con lo visto en la cinta de Black Adam, donde Amanda Waller tenía en su control a la Sociedad de la Justicia de América. Muchos pensaban que, debido a su fracaso económico y al conflicto entre Dwayne Johnson y Warner, todo lo relacionado con Black Adam quedaría en el tintero. No obstante, con el reclutamiento de Shazam para formar parte de la JSA, no queda claro si la continuidad será una realidad. Dado que no llegamos a ver a ninguno de los miembros del equipo, la ambigüedad es absoluta. Además está el hecho de contar con dos personajes tan vinculados a la figura de James Gunn, pues sus intérpretes son justamente su esposa y uno de sus mejores amigos. Por ahora, el reinicio plantea un aluvión de preguntas que, con suerte, conocerán respuesta en The Flash. 

Y, si no, quedará en manos de los ejecutivos. 

Shazam formó parte de la JSA durante la etapa de Geoff Johns y otras

Desde luego, integrarlo en este equipo colocaría al Capitán Marvel cara a cara con Black Adam, su archienemigo dentro de los cómics, con el que comparte origen y poderes. De hecho, se sabe que el propio Dwayne Johnson grabó escenas para esta película que fueron eliminadas dado el conflicto que surgió entre el actor/productor y el estudio. Más allá de cualquier reinicio, lo que pueda pasar con su personaje es incierto, aunque personalmente no creo que vaya a llegar muy lejos.

Respecto a la segunda poscréditos, como se ha comentado anteriormente, parece limitarse a ser una burla hacia la anterior película. A pesar del retorno de Mark Strong como Doctor Sivana, no hay nada que plantee una venganza contra la familia Shazam en la próxima (si es que llega a ocurrir) entrega. Un humor absurdo impregna toda la escena y la despoja de cualquier planteamiento de interés, por lo que es altamente probable que tanto el villanesco doctor como el gusano Mr. Mente permanezcan enterrados en el olvido. 

En conclusión, Shazam: La furia de los dioses es una película entretenida, para pasar el rato e inocua, un planteamiento que recupera el espíritu más clásico de los superhéroes. Aun así, en tiempos como los que corren, no parece que esto sea suficiente para convertir a una película de este tipo en un éxito. Hace años, antes de la pandemia, cualquier película que implicara Marvel o DC en su título lo tenía fácil para no sólo ser rentable sino superar la barrera de los mil millones de recaudación. No fue el caso de Shazam, desde luego, pero sus números fueron más que decentes teniendo en cuenta su bajo coste. No obstante, las cosas han cambiado y fracasos taquilleros como los de Black Adam y Ant-Man y la Avispa: Quantumanía demuestran que ya nada es tan fácil. Todo apunta a que Shazam: La furia de los dioses será la próxima en caer, aunque quizá salve su rentabilidad gracias a su bajo coste. Sin embargo, las pésimas reseñas por parte de la crítica, un fandom dividido y el ácido debate en redes sociales sobre la fatiga del género de superhéroes no le harán ningún bien a esta película. Quizá, como tantas otras, logre vivir por segunda vez en servicios de streaming, pero, por ahora, es posible que todo cuanto plantee sea incertidumbre en el futuro del Universo DC. 



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