SHE-HULK: ABOGADA HULKA: Una nueva perspectiva / Reseña CON SPOILERS

 Con sus más y sus menos, algo que no se puede negar de las series del Universo Cinematográfico de Marvel es que están dando de qué hablar. Mucho de qué hablar, de hecho. 

Y, en este sentido, el más reciente estreno en Disney+ no se queda atrás. Durante nueve movidas semanas, She-Hulk: Abogada Hulka (el nombre elegido en España merece otro debate aparte, pero bueno) ha provocado constantes debates en redes sociales. Sin duda, una serie irreverente y con un peculiar sentido del humor como esta ha sabido polarizar a la audiencia de una manera novedosa en el UCM. Constantes mofas hacia el sector más crítico, autoconsciencia y mucho lenguaje metanarrativo le han ganado un puesto entre aquellos productos que serán recordados por abrirse paso entre tanta monotonía. 

Las reacciones que ha provocado este producto son tan variopintas que merecen un análisis específico, pero, antes de eso, qué menos que dedicarle a la serie, sus personajes y el futuro que promete unos cuantos párrafos. Vamos allá. Es hora de hulkearse. 


“No me importa lo que digan de mí unos trolls de Internet”

A diferencia de otras series recientes, She-Hulk: Abogada Hulka brotó en pleno Universo Cinematográfico de Marvel. Elementos como su primo Bruce Banner y menciones al Capi y Tony Stark sirvieron para atrapar a aquellos espectadores casuales, nostálgicos de sus personajes favoritos de la gran pantalla. El marco de arranque evoca a todas aquellas películas de acción y aventuras, sin demasiadas pretensiones y con personajes repletos de carisma, una forma que siempre (o casi siempre) funciona. Sin embargo, este contexto se extingue tan pronto como nuestra protagonista se emancipa de su mentor y primo Hulk y empieza a retomar las riendas de su vida. 

De alguna manera, puede decirse que Hulka tiene un poder que lo diferencia de las simples fuerza bruta, resistencia y regeneración que comparte con su familiar. Jennifer Walters posee el poder del absurdo, la conciencia sobre su propia existencia, y eso va más allá de la ruptura de la cuarta pared. Esto se atisba en cuanto se distancia de Bruce y la historia empieza a encontrar su personalidad, abarrotándose de personajes cómicos, secundarios conscientemente ridículos y situaciones que desafían toda lógica. Hay quien lo reduce a la vergüenza ajena y el fracaso, pero la serie demuestra tener bastante claro lo que hace y sus motivos. Aunque esto, claro, tocará tratarlo más tarde. 

Nuestra indiscutible protagonista es Jennifer Walters, abogada defensora y, posteriormente, la Sensacional Hulka. Su origen se distancia ligeramente del visto en el cómic de 1980 pensado por Stan Lee, pero el resultado es el mismo. Sin embargo, la historia no duda en quitarse en medio aquellos primeros cómics donde Jen no se distanciaba demasiado del Gigante Esmeralda para detenerse justo sobre la etapa de John Byrne. Este, aun sin ser el creador del personaje, merece el título de “padre de Hulka”. No entenderíamos al personaje sin el giro que le otorgó a finales de la década de los ochenta, dotándola de una consciencia superior que le permitía escapar de las viñetas y replicar a su creador acerca de la ridiculez de sus historias. A menudo, aquella temprana y sardónica Hulka se daba la vuelta para clamar el nombre de Byrne y preguntarle por qué había de enfrentarse a villanos tan lamentables como el Doctor Bong o los Hombres Sapo. En resumidas cuentas, desafiaba su propia existencia exigiendo algo mejor de una manera revolucionaria para la narrativa gráfica de la época. 


Y, que conste, lo hizo mucho antes que Deadpool

Pero, ido Byrne, nuestra Hulka perdió aquel espíritu que durante años la hizo única e irrepetible y se limitó a participar de forma más tradicional en otras cabeceras superheroicas. No fue hasta los avanzados 2000, con la llegada de Dan Slott a la serie, que su historia volvió a destacar entre las demás. Ya no jugaba tanto con la metanarración como antes, pero al absurdo y la comedia legal seguían presentes. Es, de hecho, esta etapa de la que más bebe la serie. El bufete GLK/H (nombre que hace referencia a Martin Goodman, Stan Lee y Jack Kirby) posiciona a la abogada defensora en un interesante lugar dentro del Universo Marvel donde actuar como protectora de la ley y heroína a partes iguales. Parte de su elenco de secundarios repite en la serie de acción real, que adopta los tropos y conveniencias de las comedias televisivas de abogados y se nutre de referencias y homenajes al medio para construirse a sí misma. Es aquí cuando la serie se asienta e invita al espectador a tomar una decisión: abrazar la propuesta y dejarse llevar o llevarse las manos a la cabeza y tirar la toalla. Aunque existe gente que se obliga a sufrir viendo algo que sabe que no le va a gustar, pero eso merece otro debate más. 

En este contexto, la serie se encuentra en una posición ideal para exponer nuevas perspectivas acerca de cómo entendemos el Universo Cinematográfico de Marvel. Los cómics de Hulka son un constante desfiles de personajes que abandonan su forma de ser para adaptarse a la narrativa de la abogada, y, aunque con ciertas y evidentes limitaciones, la serie adapta esto con éxito. 

Por ejemplo, el mundo mágico. Mucho está dando de qué hablar en los últimos años, razón de que She-Hulk: Abogada Hulka lo trate y moldee a su manera. Despojado de la épica y la emoción que le confiere cierto doctor británico, vemos una magia mucho más torpe y divertida, repleta de personajes pintorescos y fracasados que resultan ser carne de memes en Twitter. En concreto, el cuarto capítulo fue uno de los favoritos de los fanáticos por esta mezcla de características absurdamente cómicas y la presencia de Wong, personaje que se está ganando el corazón de todos tras cinco apariciones en los dos años y medio que llevamos de Fase 4. El resto del elenco del episodio pertenece a personajes originales de la serie, tales como Donny Blaze o Madisynn (con dos enes y una y, pero no va donde crees), esta última cosechando gran popularidad en redes sociales por su divertido carácter fiestero y su relación con el actual Hechicero Supremo. Al respecto de este, poder conocer más sobre su día a día y lo que hace en sus ratos libres ayuda a humanizar a estos personajes que a menudo creemos no conocer lo suficiente. Una serie de este estilo y escala era el perfecto lugar para tratar esos asuntos. 


“Wongers!”

Otra aparición que provocó aún menor indiferencia fue la de Matt Murdock, el hombre bajo la máscara de Daredevil. Llevaba años hablándose de su participación en esta serie, donde luciría el denostado traje amarillo con el que debutó de la mano de Stan Lee en los años sesenta. El segundo trailer, presentado en la ComicCon de San Diego de este mismo año, confirmó todos los rumores: tras una breve aparición en Spiderman: No Way Home, Charlie Cox repetiría su papel consolidándose definitivamente como parte clave del UCM. Pero, como es habitual en redes sociales, no tardó en desatarse la polémica. La serie Daredevil de Netflix se identificaba por un tono serio y adulto, con un contundente uso de la violencia y escasos efectos especiales, notoriamente influenciada por la etapa de Frank Miller al cargo del personaje. Eran muchos los fanáticos de aquel producto que reclamaban completa continuidad, declarándose en contra de cualquier cambio que pudiera suavizar la personalidad del personaje. 

Lo cierto es que, como suele ocurrir con muchos otros, Daredevil se ha moldeado a gusto del escritor a lo largo de toda su historia. Algunos han tratado de mantener ese espíritu sombrío y profundo, pero otros autores como Karl Kesel, Mark Waid o incluso el propio Stan Lee apostaron por una visión más divertida y optimista, donde el Hombre Sin Miedo era un saltimbanqui ligeramente sarcástico y bromista, acompañado de colores vivos y una Cocina del Infierno con más luces que sombras. Del mismo modo, los personajes tienden a adaptarse a las colecciones en las que participan. No es lo mismo Daredevil en su serie que en la de un personaje más enfocado en la comedia, y su participación en She-Hulk: Abogada Hulka es buen ejemplo de ello. 

Quienes hayan leído la etapa de la abogada verdosa escrita por Charles Soule y dibujada por Javier Pulido recordarán uno de los encuentros más memorables entre Jen y Matt. En este, Hulka debía defender al Capitán América de un hombre que lo demandaba por un caso de negligencia durante los años cuarenta. El demandante contaba con Matt Murdock como abogado, lo que desató una de las batallas jurídicas más legendarias del Universo Marvel. Batalla de la que, por cierto, Hulka salió victoriosa. 


El maestro Javier Pulido dibuja a los dos abogados y héroes 

Es fácil distinguir la inspiración en este cómic a la hora de llevar a cabo este encuentro al audiovisual. Aquel Daredevil se asemeja bastante al visto en el capítulo ocho de la serie, que, a pesar de todo, conserva el espíritu de sus propias tres temporadas. No solo se ha construido algo nuevo, adaptado a la actualidad del UCM, sino que también se ha optado por respetar lo que hizo grande al personaje y que enamoró a tantos fanáticos durante años, demostrando la madurez como superhéroe y abogado que obtuvo tras dar tanta guerra. Sea como fuere, tras este crossover (que nos ha dejado una de las parejas más entrañables de toda la saga), parece estar claro que aún tenemos Diablo Guardián para rato. 

No olvidemos además que fue recientemente catalogado como uno de los seis personajes clave dentro de la Saga del Multiverso, así que, como se suele decir…, se vienen cositas. 


Los quiero mucho

Pero, como asegura el título del noveno y último capítulo, no podemos olvidar de quién es la serie. Desde el primer minuto, Jennifer Walters ha destacado por su prominente personalidad y su carácter jocoso. Se ganó tanto la simpatía de los aficionados como el odio de los sectores más agresivos en un solo capítulo, aunque aquel solo sería el primer paso dentro del largo camino que tenía por delante. 

Los lectores de cómics estamos acostumbrados a una Hulka que apenas se deja ver como Jen, habiendo aceptado su faceta bestial tras haber aprendido a amarse más así de lo que puede hacerlo en su forma humana. Y, si uno se para a pensarlo, es bastante deprimente: no deja un mensaje de aceptación personal ni superación de los complejos físicos sino todo lo contrario. Se esperaba que la serie de televisión fuera por el mismo camino, pero, por unos u otros motivos, la Jen televisiva ha terminado aprendiendo a amarse de ambas maneras. Se puede pensar que esto se reduce a motivos presupuestarios (animar a Hulka en todas las escenas de la serie hubiera sido inviable) y, probablemente, parte de la razón resida ahí, pero, sobre todo, la serie ha tratado de enviar un mensaje de autoestima principalmente femenina. 

Jen no acepta ser Hulka debido a la excesiva atención que recibe y a ser el foco de todas las miradas por motivos no relacionados con aquello que más le importa, pero tampoco se atreve a ser plenamente Jennifer, esa chica acomplejada y tímida rodeada de gente que la mira por encima del hombro. Tratando de abrazar una faceta ignorando la otra, no será hasta adaptarse a ambas que pueda convertirse en la persona que está destinada a ser y encontrar el equilibrio personal. En este contexto es clave el séptimo episodio, centrado en una terapia de grupo de héroes y villanos de poca monta. Más allá de que es divertido conocer a un ridículo superhéroe español (además, El Águila es mutante), la trama es vital para que Jennifer Walters y Hulka se den la mano en aras de encontrar la felicidad. Quien serviría como guinda del pastel para este viaje de catarsis personal sería el mismísimo Matt Murdock (a quien, como podemos entender, el físico le importa más bien poco), cerrando un círculo con el personaje que acaba arrancando al espectador una leve sonrisa de satisfacción. 


Madrid aparecía en los cómics de El Águila, aunque más bien parecía México en el siglo XVI

Pero, al hablar de Jen, ¿cómo olvidar su capacidad metanarrativa? Si algo ha hecho único a esta serie ha sido su autocrítica y la constante ruptura de la cuarta pared de la protagonista, que, con un guion bastante audaz, se adelantaba a la verborrea vista semana tras semana en redes sociales. Frases como “esta semana no nos darán tanta caña en Twitter” o “no me importa lo que digan de mí unos trolls de Internet”, escritas al menos un año del estreno de la serie, demuestran una capacidad predictiva bastante admirable. No hace falta ser un genio para prever la toxicidad de ciertos sectores de Internet, pero sigue mereciendo un aplauso. 

Aun así, no sería hasta el último capítulo que esta característica se llevaría al extremo. Ya hemos hablado de la etapa de John Byrne y cómo Hulka escapaba de las viñetas para discutir con este escritor, reclamando una historia más digna para sí. Algo similar ocurre en el episodio final de la serie, aunque, en lugar del popular escritor de los ochenta y noventa, es el mismísimo director de Marvel Studios quien aparece cual Christof de El Show de Truman. No se trata de Kevin Feige en carne y hueso (hubiera sido divertido, pero seguramente carezca de capacidad interpretativa), sino que un curioso robot ocupa su puesto. Su debate con Jen es fascinante, casi una sátira de la propia existencia del Universo Cinematográfico de Marvel, con todo lo que lo ha hecho grande y los errores que ha cometido. Del mismo modo se adelantan aspectos del futuro con una facilidad de asombro y se juega con la realidad de tal manera que Hulka parece ser parte de nuestro propio universo. Es en ese momento cuando el personaje llega a su clímax, desafiando su propio entendimiento como personaje de ficción en un sentido que no deja indiferentes a quienes no conocen la obra de Byrne. 

De hecho, si uno se para a pensarlo, este don vuelve a Hulka el personaje más poderoso del Universo Cinematográfico de Marvel. La Bruja Escarlata también puede alterar la realidad a voluntad, pero su magia tiene un coste: manipular a otros y provocar dolor. Sin embargo, Jen puede romper el mismo matriz de la existencia y decir “no”, reiniciándolo todo como si chasqueara los dedos con todas las Gemas del Infinito en su haber. Desconozco si se explotará esto de alguna manera, quizá incluso usando su autoconsciencia para plantar cara a Kang el Conquistador, pero desde luego provoca un debate digno de horas y horas de conversación. 


Aun así, hace años que la Jen de las viñetas perdió ese curioso don

Al final, lo único que no puede negarse es que la serie de Hulka ha sido una serie… sobre Hulka. Y puede parecer una obviedad, pero no se puede olvidar que hay quienes consumen productos confiando en ver algo distinto a lo que se les ha prometido. O sea, hay quienes sufrían esta serie semana tras semana con el único objetivo de llegar a ver a Daredevil, aun sabiendo que su adaptación seguramente no fuera de su agrado. La serie ha demostrado mayor astucia de la que aparentaba a simple vista, jugando con un espectador acostumbrado a productos más arquetípicos donde el malo maloso aguarda en las sombras para revelarse como el responsable de todo en el último capítulo. Todos esperábamos ver al Líder, pues todas las referencias (deliberadamente puestas ahí) apuntaban a que estaba detrás de Inteligencia: pero no, aquella banda de machirulos ofendidos eran… simplemente eso. Algo similar ocurrió con Titania, en quien se confiaba como la gran villana y resultó no ser más que una secundaria habitual que, exactamente como en los cómics, aparece reclamando venganza solo para ser rápidamente derrotada y humillada por la heroína. Del mismo modo que Abominación, a quien veíamos como un potencial antagonista que jugaba sus cartas con paciencia y premeditación, no resultó tener relevancia alguna dentro del tablero más que como soporte emocional de la protagonista. 

Nos engañaron desde el principio y caímos en su trampa. Y sí, tú también. 

Los cómics de Hulka no son los más leídos ni populares, y sus colecciones son a menudo canceladlas antes de que el autor pueda cerrar dignamente la historia. La fidelidad de la adaptación llega hasta este nivel, demostrándonos que ni todo tiene que seguir la misma línea ni hay que obligarse a consumir cada producto para considerarse fan. Quienes han amado She-Hulk: Abogada Hulka podrán rechazar otras series y películas del mismo modo de que quienes detestaron la primera quedarán encandilados con productos diferentes. Marvel lleva medio siglo siendo sinónimo de variedad, y, si algo ha demostrado la Fase 4, es eso mismo. 

¿A vosotros os gusta esto? ¿Sí? ¿No? Bueno, siempre puedo ir a las oficinas de Marvel Studios y decirle unas cositas a Kevin Feige? No es tan glamuroso como romper la cuarta pared, pero algo es algo.  

 



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