BLACK ADAM: ¿La nueva era del UNIVERSO DC? / Reseña CON SPOILERS

 Hablar del DCEU (Universo Expandido de DC) siempre trae polémica consigo. Ya no solo por los seguidores de Zack Snyder, que, aunque más dispersos que en años anteriores, siguen dando caña en redes sociales. La insatisfacción por el rumbo que estaba tomando la compañía de Batman y Superman no había logrado contentar a la mayor parte de los fanáticos, quienes, aunque satisfechos con la calidad de las películas, reclamaban un universo mejor cohesionado, con proyección a futuro y personajes a los que se llevaba años echando en falta en pantalla. La directiva encabezada por Walter Hamada recibió oleadas de críticas durante toda su actividad, reprochándosele que hicieran caso omiso a las peticiones populares o la inclusión de personajes que prometían sustituir demasiado pronto a los grandes iconos de la marca. Sin embargo, tras el reciente lavado de cara de Warner (que ha traído bastante polémica por otros frentes, aunque esto merece un artículo aparte), todo apunta a que hay nuevos planes para volver a llevar a los héroes de DC al estrellato. 

Aquí es donde entra Black Adam. Durante toda su promoción, esta película se vendió como el lavado de cara del DCEU, en palabras del propio protagonista, Dwayne Johnson: “La jerarquía de poder del Universo DC está a punto de cambiar”. Y desde luego se han tomado su tiempo en conseguirlo, pero, ahora que la espera ha terminado, ¿realmente acabamos de entrar en una nueva era? 


Está más fuerte que el odio

Según se sabe, el hombre conocido como La Roca luchó durante más de quince años por sacar adelante esta película, piedra angular de un nuevo Universo DC que uniría todo lo anterior con lo que estaba por venir. Es probable que poco tenga que ver lo que por aquel entonces se planteó con lo que acabamos viendo este octubre de 2022: por ejemplo, se sabe que, originalmente, una Sociedad de la Justicia compuesta por los Linterna Verde y Flash originales, Hawkman y Hawkgirl, Doctor Destino y el Mago Shazam haría su aparición como una especie de antecedente al grupo de superhéroes que acabaríamos conociendo. La historia parece haberse ido moldeando en función de los múltiples cambios que ha ido presentando el inestable DCEU, tan perdido durante años pero que al fin promete estar cerca de tomar un rumbo fijo. 

En este sentido, puede decirse que Black Adam funciona de manera bastante independiente al resto de este Universo Extendido. El mismo nunca se ha caracterizado por una gran continuidad, pero, muchas veces, ciertos personajes incitaban a visitar sus previas apariciones: en este caso, aunque tenemos cameos reconocibles, la película puede consumirse por sí sola, como si partiera de cero y con aspiraciones de construir un nuevo Universo DC en base a todo lo que promete (que no es poco). 

Desde luego, la película no inventa nada. Su guion no ganará el Óscar, pero tampoco lo pretende: lo que se promete como una obra de acción frenética, repleta de one-liners y planos dignos de ser enmarcados es todo lo que acaba siendo. Está en la línea de las películas que suele protagonizar La Roca, entretenidas y frescas, para toda la familia y fáciles de digerir. Todo ello sin olvidar de dónde venimos, con un innegable regusto a películas como El Hombre de Acero o Aquaman, y, por mucho que le pese a algunos, una notable influencia del Universo Cinematográfico de Marvel. Sí, cierto es que aquellos personajes paralelos (Doctor Destino y Doctor Extraño, Atom-Smasher y el Hombre Gigante) fueron ideados mucho antes en DC, pero tanto el tono y el humor como las interacciones entre personajes evocan claramente al UCM. Pero esto no tiene por qué ser algo malo: conservando su esencia deceíta, la película trata de apelar a un público con gusto por las historias clásicas de superhéroes que permanecerá expectante por saber más de estos personajes. 


¿Esperabas El Padrino 4? Pues claro que no

Hablando de personajes, hay que hablar del indiscutible protagonista de la película, el Hombre de Negro, el Jerarquías: Black Adam. Dwayne Johnson no es precisamente Al Pacino, pero todo lo que le falta de versatilidad interpretativa lo tiene de carisma. Y de musculatura, por qué no decirlo. 

Aun así, lo tenemos en un registro ligeramente distinto a su habitual. A La Roca se lo conoce como ese tipo grandullón pero afable, padre de familia y héroe/explorador/hada madrina/conductor de coches de alta gama que o realiza sobrehumanas destrezas físicas o se abstiene de esforzarse demasiado porque ni siquiera lo necesita. Su Black Adam es algo más cercano a lo que ya hizo Schwarzenneger en Terminator 2, presentando a un tipo duro, frío e inadaptado que, a pesar de su sanguinaria condición, no puede acabar haciendo el bien por aquellos a quienes ha aprendido a apreciar mínimamente. ¡Si hasta tiene de su lado a un niño repelente que le enseña a adaptarse a la actualidad y decir frases con poco gancho! No creo que sea casualidad. 

El origen presentado en Black Adam del villano/antihéroe en los cómics es bastante similar, por lo que el giro de la película no sorprende a quienes ya conocen su historia. En cuanto a actitud tampoco dista mucho de su contraparte comiquera, aunque esta última llega a ser todavía más violenta. La trama del filme no habría sido viable de haber tenido a un villano como protagonista, por lo que no quedaba más remedio que acercarlo ligeramente al heroísmo. Aun así, sigue siendo lo suficientemente reconocible como ese milenario campeón que no se doblega ni tiembla al arrancar los brazos de aquellos que, como a él en sus tiempos mozos, oprimen a los indefensos. Sí que se echa en falta la presencia de Shazam, el Capitán Marvel, en su origen, pero ese choque de titanes acabará siendo, más pronto que tarde, un hecho. 


Shazam 3: Fury of the Black Adam

Pero nada me venía emocionando más desde el mismo anuncio de la película que la llegada de la Sociedad de la Justicia de Américas al DCEU. Fundada en 1940 por personajes como Hawkman, Hourman y los Flash y Linterna Verde originales, la JSA es el primer grupo de superhéroes de la historia del cómic. Durante sus más de ochenta años ha presentado multitud de agrupaciones, así como divisiones y un variado legado encabezado por los descendientes de los héroes originales y otros nuevos guerreros. Se trata de un equipo amplio y diverso, con personajes variopintos y que hemos visto múltiples veces en series de televisión como Smallville, Legends of Tomorrow o Stargirl, esta última con el legado de la JSA como protagonista. 

Sin embargo, Black Adam marca el debut del primer equipo de superhéroes en la gran pantalla. El grupo presentado es mucho más escueto de lo habitual, aunque tampoco conocemos el motivo: gracias a los guiños de Al Pratt (el Átomo original) y Ma Hunkel, la primera Tornado Rojo, sabemos que existió una JSA clásica en el DCEU. Sin embargo, apenas se nos ha explicado cuánto duró su actividad, cuáles fueron sus miembros ni qué pasó con ellos. La película tiene un ritmo demasiado frenético como para detenerse a responder todas esas cuestiones, aunque no hubiera estado de más tener un mayor contexto de esta agrupación con tanta historia. Se agradecería una película propia de los personajes, tal vez incluso ambientada en el pasado, que nos relatara el ascenso y caída de la Sociedad de la Justicia. Sería la mar de interesante. 

Quien parece ser el único miembro realmente comprometido en primera instancia con el equipo es Carter Hall, mejor conocido como Hawkman. Lo descubrimos trabajando para Amanda Waller, cuya sombra entre los héroes del DCEU es alargada, aunque parece haber mucha más historia detrás. Parece un héroe asentado, con una amplia red de contactos, que por motivos desconocidos ha obtenido una gran cantidad de metal Nth y que, además, ha tenido tanto éxito como arqueólogo que incluso se ha hecho millonario. Lo poco que se nos cuenta de él funciona para conocerlo mejor, aunque sigue dejando con ganas de saber más. 

Aun así, en cuanto a actitud, no dista demasiado del de los cómics. Ambas versiones son visualmente atractivas, personajes que destacan más en la acción que en los diálogos. A pesar de su prestigiosa posición, Carter nunca ha parecido tener muchas luces: es un personaje bastante hostil e intenso, con un aire de chulería que lo vuelve, en ocasiones, bastante insoportable. Esto se transporta perfectamente a la película, que funciona para generar un pique entre Black Adam que, aunque repetitivo, da pie a varios momentos reseñables. 

Como dato curioso, el guion original incluía a Hawkgirl, la equivalente femenino del personaje. Sin embargo, por motivos de repetición, acabó eliminándose. Sin embargo, no se descarta su inclusión a futuro. 


En la JSA hay más gente que en una boda

Pero mi miembro favorito de todos los presentados es Kent Nelson, el Doctor Destino. El poderosísimo hechicero, portador del Casco de Nabú, debuta por primera vez en la gran pantalla con la prodigiosa interpretación de Pierce Brosnan, quien, con sus años de experiencia como James Bond, le otorga cierto aire de gentleman británico. Aunque lo cierto es que el actor es irlandés, pero bueno, se me entiende. 

Como Carter, Kent es un arqueólogo que, en este caso, aprendió magia tras adquirir un curioso casco extraterrestre. No necesita demasiada presentación, por lo que la película no tiene necesidad de contar su historia, de la que además se dibujan retazos a base de puntuales pinceladas. Estamos ante uno de sus personajes que, pudiendo resolverlo todo con un eficaz hechizo, tratan de permanecer sentados mientras el resto actúa, aportando su inmensa sabiduría solo cuando es estrictamente necesario. Dado que Brosnan es probablemente el mejor actor de la película, su porte de caballero se adueña de cada escena en la que Destino hace intervención. Visualmente es todo un espectáculo, y desde luego cuenta también con algunas de las mejores frases del filme, así como un satírico humor que funciona estupendamente. 

No serán pocos a los que el Doctor Destino les evoque instantáneamente la imagen de cierto doctor de cierta otra marca de superhéroes. Y es lógico, pues, aunque el portador del Casco de Nabú sea más de veinte años anterior, presenta bastantes similitudes con el popular Doctor Extraño. De hecho, la película no se corta a la hora de las similitudes: algunos de sus hechizos recuerdan a la Dimensión Espejo o a aquel conjuro de multiplicación que realiza para detener momentáneamente a Thanos. Incluso cuando habla con Hawkman acerca de su supuesta e inminente muerte, es imposible no recordar aquella escena de Vengadores: Endgame en la que Tony Stark miraba a Extraño y este levantaba el dedo índice. “Si te lo digo, no pasará”. 

Algo menos relevantes son los otros dos miembros del equipo, Atom-Smasher (terriblemente traducido como “Rompeátomos” en España) y Ciclón, los más jóvenes del equipo y recientes incorporaciones. El primero es poco más que un alivio cómico, un personaje divertido y entrañable, pero sin demasiado trasfondo como para llegar a conectar con él. Viendo su carácter torpe y bonachón, es imposible no pensar en Scott Lang, el Ant-Man del UCM interpretado por Paul Rudd. En realidad, poco tiene que ver el personaje de los cómics con este tono. 

Por otro lado, Ciclón se presenta como un personaje inteligente y fugaz, atractiva visualmente y con sus referencias a El Mago de Oz discretamente insertadas, pero sin llegar a influir de ninguna manera. No es tan pizpireta como su contraparte de las viñetas, pero resulta bastante interesante a pesar de que no tenga tanto tiempo en pantalla como otros personajes. Bastante curioso es el guiño que se hace a su origen, obra del experimento del villano T.O. Morrow, al que no se menciona directamente pero podemos entender que se trata del mismo.   

Otros personajes a los que hay que destacar son Adrianna Tomaz, su hermano (no me pidáis que me acuerde del nombre) y su hijo Amon. Ninguno de los dos últimos termina de funcionar demasiado bien: el niño no demuestra grandes dotes de actuación, resultando en algunos momentos un tanto insoportable, y el hermano de Adrianna es uno de esos alivios cómicos que no llevan a ninguna parte. En cambio, ella, aun sin ser demasiado destacable, funciona como adalid de la revolución y el pueblo de Khandak, condensando la idea de cómo los pueblos oprimidos por el intervencionismo internacional luchan en las sombras por un amago de libertad que, en muchas ocasiones, no termina siendo tan bonito como se prometió. 

Además, aquí va un dato que sorprenderá a más de uno: aunque en la película apenas llega a insinuarse, Adrianna acaba convirtiéndose en el interés romántico de Black Adam, adquiriendo poderes bajo la identidad de Isis. Lo verdaderamente curioso es que Isis, que ha recibido cuatro adaptaciones a la acción real, fue la primera superheroína en protagonizar una serie de televisión en solitario. Esta debutó en 1975, meses antes de que Lynda Carter lo hiciera como Wonder Woman. Sorprendente, ¿verdad? 


Por si todavía quedaba algún incrédulo…

Pero, si hablamos de intrascendencia, nada ni nadie puede superar al villano (por llamarlo de alguna manera) de esta historia: Sabacc. Esta especie de Shazam diabólico no prometía mucho dada su ausencia en la campaña publicitaria, aunque ha sido aún menos lo que ha aportado a la película. Es un señor oscuro de manual, el tropo supremo de los malos malosos que hacen el mal porque quieren dominar el mundo y son muy malignos porque son malévolos y tantas otras redundancias. ¡Si hasta trae un objeto Macguffin que es la fuente de su poder y ha de ser destruido! Solo ha faltado que aparecieran unos Hobbits con la intención de llevarlo al Monte del Destino. Pero bueno, más allá de que no aporta mucho, sirve para llevar la acción de la película un paso más allá y que Black Adam pueda lucirse con ese espléndido traje final. 

Eso sí, el muy diablo acaba cargándose a Kent Nelson. En los cómics lo sucede Hector Hall, el hijo de Hawkman, aunque dudo que esto llegue a ocurrir. Lo cierto es que estoy convencido de que nuestro Destino sigue con vida: al fin y al cabo no vemos ningún cadáver sino que se convierte en chispas, lo que me da a entender de que ha ido a la dimensión donde mora Nabú. 

Este villano no destaca ni por los efectos especiales: de hecho, los de su expresión son probablemente los peores de la película. Esto es bastante curioso, ya que los VFX de todo el filme son espléndidos, sobre todo si se tiene en cuenta que están presentes prácticamente de principio a fin, en un despliegue digital digno de elogio. Esto, sumado a un apartado técnico más que correcto, nos regala decenas de escenas memorables y momentos con los que crear GIFs de los personajes en movimiento que admirar durante minutos enteros. Igualmente, hay un evidente abuso de las cámaras lentas: probablemente heredado de Zack Snyder, esto me saca de quicio. Lastra bastantes escenas de acción y las vuelve redundantes. La película de Eternos nos demostró que, para transmitir velocidad, no hay nada mejor que la propia velocidad. Todos los demás deberían tenerlo en cuenta. 


Las cámaras lentas de Ciclón parecen sacadas de un anuncio de champú 

Al compás de la película, la música está presente en cada momento. Canciones como Paint It Black o Power acompañan las escenas de acción en momentos repletos de explosiones, relámpagos y soldados de Intergang volando por los aires, además de una banda sonora que, sin ser nada del otro mundo, resulta solvente durante las dos horas de duración. Incluso se usa una de las legendarias melodías de Sergio Leone en una de las escenas, una de tantas referencias a la historia del cine que provocan tímidas sonrisas de reconocimiento. 

Otro apartado artístico que no puede quedar al margen es el vestuario, siendo los trajes de los personajes uno de los principales atractivos visuales de la película. En mayor o menor medida, todos tienen su encanto y resultan completamente reconocibles. Mención especial merecen los de Hawkman y el Doctor Destino, que llenan la pantalla con su predominante dorado, refulgente bajo el intenso sol mañanero de Khandak. Sol que no se desvanece en toda la película, lo que da a entender que prácticamente todo se desarrolla a tiempo real, en unas horas. No cambia nada, pero es cuando menos curioso. 

Pero… esto no es todo. Claro que no. 

Al final, la esperanza prevaleció. 


SE VIENE. 

Cuando empezó a rumorearse el retorno de Henry Cavill como Superman en la poscréditos de esta película, me mantuve escéptico. Había dejado de confiar en insiders después de lo ocurrido en la ComicCon de San Diego de este año, cuando todas las promesas se desvanecieron como una mentira. No deseaba hacerme ilusiones una vez más, después de seis años de decepciones, pero, por primera vez, todo apuntaba a que ahora sería distinto. 

Y vaya si lo fue. 

No seríamos más de diez personas en toda la sala de cine. Y, aun así, se aulló cuando el Hombre de Acero se apoderó de la pantalla. Los escasos pero briosos aplausos silenciaron los icónicos acordes de John Williams, a juego con aquel escudo de radiante amarillo y el característico ricito que cubría su frente. He de admitir que exclamé como un desquiciado cuando lo vi, incapaz de creer que aquella silueta perteneciera al hombre al que ya había dado por perdido. El Superman perfecto pero peor aprovechado, víctima de guiones que, en mi opinión, desafiaban los principios que fundamentan a este gran personaje. 

Pero esta vez, con solo dos líneas de diálogo y un rostro henchido de serenidad, quizá todo vaya a ser distinto. 

Y este blog no se llama Un Superfan Más por nada. Una imagen de El Hombre de Acero custodia la página principal, de cuando el rumbo del DCEU era difuso pero Henry Cavill no parecía tan remoto. Su ausencia se notó durante estos seis años, y aquella pobre representación vista en la Zack Snyder’s Justice League no era suficiente. Como el Universo DC en sí mismo, el mundo necesita un adalid de la esperanza, un Hombre del Mañana inspirador y heroico, un icono que nos enseñara a ser mejores. Alguien con quien reunirnos en el sol. Un Superman. 

Aún están por conocerse los detalles que hicieron posible el retorno del británico al papel del superhéroe más icónicos de la historia, pero se cuenta que el propio Dwayne Johnson, amigo suyo y con quien comparte representante, es el causante directo. Los planes originales incluían presentar una silueta decapitada del personaje, repitiendo la fórmula de Shazam (acertadamente parodiada en una de las escenas de la película), pero fue el propio protagonista y productor quien luchó por incluirlo como se merece. 

Sea como fuere, Superman ha vuelto. Acompañado de esto, el anuncio de una secuela de El Hombre de Acero una década después de su estreno ha revolucionado las redes. No sabemos qué nos depara ahora, pero dos cosas son seguras: la primera, que, de alguna u otra manera, el Hombre del Mañana estará definitivamente presente en este (esperemos que) glorioso futuro; y, la segunda, que nada volverá a ser lo mismo para el DCEU después de Black Adam. 

Ahora, todo cuanto queda esperar es que la película alcance una buena recaudación en taquilla. Las cifras más recientes revelan datos positivos, aunque no sobresalientes. Si queremos más Black Adam, más JSA y, por supuesto, más Superman, solo queda cruzar los dedos e implorar en el nombre de Rao. 

 



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