THOR: LOVE AND THUNDER: La belleza del exceso / Reseña con SPOILERS

 Casi se me olvida, pero no. Como cada vez que hay un estreno del Universo Cinematográfico de Marvel, toca repasar todo lo que nos ha ofrecido el producto en cuestión, enumerar lo mejor y lo peor y, cómo no puede ser menos, especular acerca de lo que está por venir. Desde luego, Thor: Love And Thunder no podía ser la excepción. Suelo hacer las reseñas el mismo día del estreno, a veces al siguiente, pero me ha fallado la memoria en esta ocasión. En fin, mejor tarde que nunca. No nos demoremos más: hay que darle trueno al asunto. 

Thor: Love And Thunder convierte la franquicia del Dios del Trueno, ahora en manos del estrambótico (y amado a la par que odiado) Taika Waititi, en la primera de un personaje individual en contar con cuatro entregas. Thor siempre ha sido uno de los personajes con mayor ambición del UCM, aunque esta acabó viéndose mermada a causa de guiones deficientes y una constante sensación de desazón tras dos películas que no acabaron de cuajar. La primera es adecuada, un relato shakespeariano de dioses y hombres con cierto encanto, aunque sin pretensiones; la segunda, El Mundo Oscuro, pretendía llevar este concepto a otro nivel. Sin embargo, acabó convirtiéndose en algo insulso y sin trascendencia, convirtiéndose en una de las cintas más desdeñadas de la historia de Marvel Studios. Fue por eso que, con un Chris Hemsworth a punto de abandonar la franquicia, surgió la oportunidad de darle un lavado de cara al personaje. Quizá no agradaría a algunos y trajera consigo una gran controversia por el drástico viraje, pero la crítica y la taquilla acabarían dándoles la razón: habían salvado a Thor del ostracismo, revitalizándolo siete años después de su introducción. Después de Thor: Ragnarok, el resto es historia. 


Color, humor tontorrón y espíritu aventurero

En este sentido, Thor: Love And Thunder no debería sorprender a nadie. Es comprensible que Ragnarok supusiera un shock por el tan brusco cambio de una entrega para otra, lo que cogió a más de uno por sorpresa, y no en un buen sentido. Sin embargo, habituados a esta locura e histrionismo, Love And Thunder pretendía llevar la franquicia un paso más allá que su predecesora e incrementar no solo la comedia sino también la épica y el drama.
Y, en parte, lo consigue. Aunque hay que decir que, al menos a mi gusto, Ragnarok sigue sobresaliendo. Lo que se dio con esa película fue un caso único, el equilibrio perfecto entre el estilo desenfrenado de Waititi y la marca Marvel, con todo a lo que esta nos tiene acostumbrados. Es posible que Love And Thunder sea una obra más personal, no tan centrada en la acción y los grandes escenarios como ocurría con la tercera entrega sino enfocada en las relaciones, los sentimientos y, como su propio nombre indica, el amor. 
Aunque, por supuesto, tampoco se olvida del trueno. 
Desde luego, Love And Thunder tiene mucha y muy buena acción. Si Ragnarok nos dio la batalla contra Surtur, el enfrentamiento contra Hulk en el coliseo de Sakaar y el asedio de los no muertos en Asgard, la nueva entrega no se queda atrás: la escena inicial con los Guardianes o la batalla en Ciudad Omnipotencia o el tres contra uno en el reino de las sombras lo demuestran. Sin embargo, la película logra que, al contrario que ocurría en Ragnarok, el espectador no se quede con esa clase de momentos sino con otra. Busca que el amor florezca, que empaticemos con los personajes y nos hundamos en sus tragedias ocultas tras máscaras de constante humor.

Y aquí entramos en lo de siempre: analizar a los personajes. En el UCM, los personajes siempre son el centro de todo. Son lo que, por encima de los guiones o la producción, nos sigue manteniendo atentos tras más de diez años de constancia. Thor es uno de los favoritos del público, uno de los héroes principales desde los primeros días del UCM, aunque ha cosechado una buena cantidad de detractores tras su cambio de estilo en Ragnarok. No es algo que comparta, aunque sí lo entiendo: en los cómics, Thor es un personaje solemne y con un gran poso mitológico, siempre destinado a la grandeza y a la épica cuasi apocalíptica. Pero, dado que eso nunca llegó a funcionar en el UCM y que Chris Hemsworth es un tipo intrínsecamente cómico, se tomó la decisión de llevarlo por otros derroteros. A algunos nunca les gustará, pero confío en que puedan entenderlo.
De hecho, aunque soy de los que defienden a esta versión del personaje, creo que el humor llega a ser excesivo en ciertos momentos. Véase cuando le hace una broma a Lady Sif (qué gusto volver a verla, por cierto) sobre su brazo recién cercenado, algo completamente fuera de lugar. Sin embargo, estoy dispuesto a defenderlo, a entender los motivos de esta actitud tan histriónica e incansable. 
Y es que hay que entender que Thor lleva años traumatizado. Ha vivido miles de años de una manera, rodeado de ciertos seres queridos y, de un momento para otro, lo ha perdido todo. Primero fueron su madre, su hermano (temporalmente) y el amor de la única persona a la que llegó a amar de verdad, y luego vinieron su padre, sus mejores amigos (aunque nadie recuerde a los Tres Guerreros), su hermano (esta vez sin resurrecciones), Heimdall, su ojo y su mundo natal. Hablamos de un individuo que lo ha perdido todo, que bien podría tirar la toalla y ceder, pero que trata de prevalecer a su manera. De hecho, el humor es un escudo contra todo ese dolor. Muchas personas afrontan el duelo desde la cerrazón, pero algunas lo hacen con optimismo y alegría, aunque la realidad sea que en su interior todo es oscuridad. 
Es lo que pasa con Thor, a quien ya vimos caer en una profunda depresión durante los acontecimientos de Endgame. La moraleja fue que incluso en nuestro momento más bajo podemos seguir siendo dignos y volver a la superficie, aunque, con la perspectiva actual del personaje, no creo que la cosa haya mejorado para Thor. De hecho, en esta película lo he visto hundido en una depresión aún más profunda y doliente. 

Hay una frase que lo define todo a la perfección. Thor menciona sentirse vacío, como si no encontrara sentido a nada. Ahí yace uno de los principales síntomas de la depresión: la absoluta desgana, sentir que nada tiene valor y creer que nada cambiará para bien porque no hay salida del túnel. Y esto es precisamente lo que le ocurre al Dios del Trueno. Por eso lo de “quiero que me hagas sentir como una mierda” que le dice a Jane Foster: sentirse triste y alicaído no tiene por qué ser un síntoma de la depresión, es algo mucho más abierto y general y en muchas ocasiones es preferible a sentirse vacío. En este caso, Jane es su refugio. La sigue necesitando después de todos esos años, como si por ser milenario se viera incapaz de olvidarla y de pasar página. Tenerla nuevamente a su lado le supone un alivio a ese vacío, le devuelve el optimismo y el ímpetu necesario para enfrentar al villano de turno y proteger a los niños de Nueva Asgard, aunque ya sabemos cómo acaba esta historia. Marvel y sus eternas tragedias. 


Larga vida a Thor, el vikingo espacial

Y, si hablamos de Thor, no podemos olvidarnos de la otra Thor: Jane Foster, la Poderosa Thor. El retorno tras tantos años de Natalie Portman en el papel del interés romántico del protagonista captó desde el primer momento al público, pues suponía volver a explorar un personaje que la propia actriz había abandonado por insatisfacción. Esta vez, la clave estaba en adaptar las historias escritas hace escasos años por Jason Aaron, en las que una enferma Jane Foster era capaz de levantar a Mjölnir y convertirse en Diosa del Trueno con la condición de ir perdiendo la batalla contra el cáncer con cada transformación. Esto planteó durante años en las historias un gran dilema sobre el heroísmo y la responsabilidad, cosa que la película, aunque en menor medida, también ha presentado. Solo tenemos dos horas para explorarlo, a diferencia de los cientos de páginas que dispusieron aquellas historias exquisitamente dibujadas por Russell Dauterman. De un modo similar a Thor, Jane también recurre a la comedia y la acción como métodos de evasión contra un problema humano que la ha superado. Se agradece tener una representación como esta en pantalla, aunque no habría estado de más una mejor exploración de la misma. Como muchas cosas en esta película, no llega a rascar mucho más de la superficie.
Eso sí: toda la narración de Korg sobre lo que ocurrió con Thor y Jane es exquisita y una forma ideal de cerrar cabos sueltos en la historia del UCM. El espíritu de comedia romántica se lleva la palma. 

No podemos abandonar la sección de personajes sin hablar de los otros dos héroes más relevantes de la película. Por un lado está Valkiria, un personaje que se ha ido ganando al público con los años y que vuelve a destacar por sus grandes escenas de acción. Es divertido verla como una líder (como un Rey, aunque nadie entienda muy bien por qué no la llaman Reina), con ese conflicto de soledad que, por interesante que resulte, no llega a explorarse demasiado. En fin, entiendo que será relevante a futuro del mismo modo que quien vaya a gobernar Nueva Asgard, dado que a Val no se la ve muy convencida con un puesto. 
Y por el otro lado tenemos al más odiado, el favorito de nadie, uno de los personajes más infames del Universo Cinematográfico de Marvel si no el que más: Korg. Para muchos, esta piedra con rostro encarnado por el propio Taika Waititi es el equivalente marvelita de Jar Jar Binks, y no les falta razón: es imposible ver a este personaje mantenerse serio durante más de cinco segundos. Tampoco es que haga mucha gracia (aunque tiene sus momentos), y no parece que su existencia tenga un propósito más que cumplir el papel que debería haber llevado Volstagg si no lo hubiera matado Hela en Ragnarok. Entiendo que a los niños les resultara gracioso, pero llega a ser tedioso y quizá es lo que acaba de cumplir con el exceso. 
Y qué decir de esa escena en la que todos nos emocionamos al verlo derrumbarse y hacerse trizas, creyendo que al fin nos libraríamos de él, pero ni a esas. Me temo que tenemos al Piedras para rato. 

No se puede olvidar mencionar a Zeus, el famoso dios padre de la mitología griega que debuta en esta película. No han sido pocos los que han criticado su dejadez y hedonismo, aunque probablemente se deba a que tienen una idea errónea de lo que este dios llegó a ser en la cabeza. Quizá fuese un héroe tronador durante la Titanomaquia, cuando desterró a su padre Cronos y se apoderó del Olimpo, pero de ahí en adelante es exactamente lo que se ve en la película: un tipo egoísta, violento y promiscuo que no se preocupa por nada más que su propio placer. Sin embargo, la escena poscréditos (de la que hablaremos luego) parece apuntar a que estamos cerca de ver al Zeus vengativo y furioso que algunos otros prefieren. Tiempo al tiempo. 
Aunque tenga sus detractores, hay que decir que la secuencia en Ciudad Omnipotencia expande el Universo Cinematográfico de Marvel de una manera inédita. No solo tenemos a los dioses griegos encabezados por Zeus sino también los de otras culturas como la maya, la japonesa o la egipcia, además de otros dioses espaciales y algunos seres mitológicos de distintas culturas de la Tierra. Apenas se ha comentado, pero mención excepcional merece la aparición de una diosa íbera, perteneciente a nuestra cultura ancestral, a la que se enfoca durante unos segundos. Inspirada en la escultura de la Dama de Elche, no recibe nombre pero a mí me gusta llamarla Ataecina, como una de las diosas de mayor adoración en la península prerromana. 
Somos canon en el UCM. Ya era hora. 

Y, por último, es indispensable hablar del gran villano de esta entrega, el temido Gorr el Carnicero de Dioses. Un antagonista con un escaso recorrido en las historietas, pero que sin embargo dejó un gran poso en la historia del Dios del Trueno y ascendió al podio de sus villanos con tan solo doce números de aparición. Desde luego, es un villano tan legendario en los cómics que era difícil que pudiera estar a la altura en la película. Sigo pensando que el Gorr de las viñetas está a años luz, pero el de acción real no se queda nada atrás. La actuación de Christian Bale es lo que lo hace destacar sobre todo lo demás, pues nos ofrece algo terrorífico y rara vez visto en el UCM. Es retorcido y malévolo, pero sin embargo es fácil empatizar con él. La metáfora social es bastante obvia: Gorr solo es un hombre de a pie que, tal como Karl Marx antes de escribir el Manifiesto Comunista, perdió a su descendencia y luchó contra viento y marea por destruir a los poderosos. Y, aunque el espectador esté del lado de estos, no puede evitar comprender su inacción y egoísmo ante los problemas de la gente corriente. Por eso el Carnicero de Dioses funciona tan bien, aunque se hubiera agradecido una cacería divina más metódica y prolongada. Apenas lo vemos llevarla a cabo, y se quitan de un plumazo lo que en los cómics era toda su presentación, una sumamente aterradora y que te lo establecía como una auténtica amenaza. 
Además, otra cosa bastante curiosa respectó a los cómics es su resolución: mientras que en las viñetas tenía un final totalmente trágico e irónico (te convertiste en todo lo que juraste destruir), en la película se aboga por el amor, la redención y el optimismo. 
(Mención especial a la voz de Claudio Serrano en el doblaje, una maravilla en sí misma). 

Este es mi juramento: todos los dioses morirán

Otro de los puntos fuertes de la película es la banda sonora. Y no solo por el siempre exquisito Michael Giacchino, ya un habitual en el UCM y que entrega temas a la altura de su firma como el Mama’s Got A New Hammer. No solo es un gran compositor: también un genio de los nombres. Pero, en el ámbito musical, lo que más hace destacar a la película es la selección de temas pop y rock de los ochenta y noventa. Los temas de Abba y Enya son fácilmente reconocibles, pero son los de Guns N’ Roses los que se llevan la palma. La promoción de la película se llevó a cabo al ritmo de Sweet Child O’ Mine, y de hecho está a la altura de lo que promete. Canciones tan enérgicas y frenéticas coinciden a la perfección con el estilo de la película, además de generar una asociación instantánea. Eso sí: ya podrían haber puesto el legendario Rainbow In The Dark de Ronnie James Dio no en los créditos sino en algún punto relevante de la película, porque la letra incluso coincide con algunas escenas. En fin, Taika Waititi rechazando el éxito. 

Como nos tienen acostumbrados, Thor: Love And Thunder ofrece una historia sencilla pero efectiva, enfocada en esta ocasión en las relaciones y el humor. El guion sorprende por ciertas decisiones drásticas que, como ya se ha reiterado, empujan la trama hacia algo más sentimental que la simple acción por la acción. Por ejemplo, antes que apostar por una cacería de dioses por parte de Gorr, se hace por un secuestro de niños; o, en lugar de una gran batalla final, una decisión del corazón. Esto puede no ser del gusto de cualquiera, pero desde luego le da un sentido distinto al de otras películas del UCM y se distancia de otras entregas de la franquicia del Dios del Trueno, por lo que no puede decirse que no se haya apostado por hacer algo original y distintivo. 

Pero, si algo puede criticársele, es un ritmo apresurado en una duración total que te hace preguntarte si has visto la versión completa. Se rumorea que Marvel Studios pudo haberle exigido al director que se mantuviera por debajo de las dos horas, como sí ocurrió con Thor: Ragnarok, cosa que, de ser cierta, considero un error. La puesta en escena y la conclusión de todos los personajes y su conflicto son efectivas, pero podrían haber sido redondas con más tiempo de escena y un mejor desarrollo. Jane y Gorr son los mejores ejemplos: la primera habría funcionado con una mayor exploración de su enfermedad y sus consecuencias, y haber visto al segundo en acción y cazando a todos esos dioses que apenas vemos en una ráfaga de imágenes lo habría elevado como uno de los grandes villanos del UCM. Toda la película podría haber sido mucho más de lo que realmente fue, y tal vez si se hubieran restado momentos de excesivo humor podría haberse apostado por este desarrollo en mayor profundidad. Aun así, lo que se nos entrega es algo bastante adecuado dentro de los estándares a los que estamos acostumbrados. 

Otro punto fuerte son los efectos especiales, en la línea de la buena calidad que suele ofrecer Marvel Studios. Resulta hipnótico ver sobrevolar los cielos a los personajes, encontrarse con criaturas desconocidas o disfrutar de los grandes duelos, aunque siempre hay algún que otro chroma que canta un poco. Véase, por ejemplo, la primera visión de Axl, el hijo de Heimdall, uno de esos efectos que te sacan por completo de la película. 

Eso sí: es indispensable elogiar el diseño de la película, los mundos y las soluciones artísticas, siempre repletas de color y en la línea de lo que promete la película. Especial mención merecen los trajes de los personajes, que resultan visualmente maravillosos y se acercan en muchos casos a una inmensa fidelidad comiquera. Tal es el caso del traje de Lady Sif, que, por poco que aparezca, se consolida como uno de los más parecidos a su contraparte de las viñetas de todo el UCM. Y, de hecho, algo similar le ocurre al de un personaje del que hablaremos a continuación. 


Comic Con de San Diego, 2019. El momento que lo cambió todo

Y bien: es hora de frotarse las manos y hablar de las dos escenas poscréditos. La primera es especialmente jugosa por todo lo que propone, en parte por lo que ya hemos hablado anteriormente. Descubrir que Zeus no solo sigue con vida sino que está auténticamente enfadado resulta impactante, sobre todo después de haberlo visto en un registro tan jocoso. Aunque, nada más verlo aparecer, la mayoría de los lectores de cómics pudimos suponer qué iba a ocurrir justo a continuación: la aparición de Hércules, el hijo de Zeus y habitual rival de Thor. Con Brett Goldstein encarnando al campeón griego, se nos abren cientos de posibilidades que desembocarán más pronto que tarde en un enfrentamiento de dios contra semidiós. La rivalidad entre estos dos es un clásico de los cómics, algo que viene dándose desde los años sesenta y que ha desembocado en varios piques entre los dos, incluso después de que Hércules hubiese abandonado la villanía junto a la Encantadora y se hubiera unido a los Vengadores. Sin duda es un choque de titanes que será digno de ver, y nos dice también que tendremos más pronto que tarde al mitológico Hércules formando parte de los Héroes Más Poderosos de la Tierra. 


El listillo de Hércules trató de liarse con Jane Foster (y con cualquier otra mortal)

La otra poscréditos es igualmente interesante, aunque deja más dudas que emoción. Vemos a Jane acceder a Valhalla, donde es recibida por Heimdall. Hasta ese momento habíamos dado por muerta a la recién llegada Poderosa Thor, pero esto nos da la oportunidad de volver a verla en algún momento. En los cómics es posible salir de Valhalla con la autorización de Odín, y personajes como el Motorista Fantasma Cósmico o la propia Jane lo han logrado, esta última al aceptar el papel de la nueva Valquiria. Sea como una de estas guerreras de ultratumba o luciendo de nuevo el casco alado de Diosa del Trueno, creo que volveremos a verla. O sea, no nos pueden dejar así después de haberla dado por perdida durante casi diez años y haberla recuperado en su plenitud. No serán capaces… ¿o tal vez sí?

Sea como acabe siendo, las aventuras de Thor aún están lejos de acabar. Junto con los Vengadores, sus amigos asgardianos o con su nueva hija adoptiva y encarnación de Eternidad, será más pronto que tarde cuando lo veamos sacudir el cielo con su tempestad. Son ya doce años explorando al personaje en distintas facetas, pero, mientras su larga trayectoria en los cómics siga existiendo, habrá contenido de sobra que adaptar y casi ilimitadas historias que contar. 
Así que acercaos a la hoguera, servíos algo de hidromiel y escuchad, oh gentes de Midgard, la leyenda del vikingo espacial… Thor. 


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